29 noviembre, 2020

EL ORIGEN DE EUROPA


Parece evidente que existe una civilización europea, para François Guizot (político y liberal del s. XIX) esta se había creado en los siglos que siguieron a la caída del Imperio Romano, o lo que es lo mismo, a lo largo de la Edad Media.


Mapa de Europa de Abraham Cresques S.XIV



Pero el término "Europa" se acuñó comparativamente tarde, pues ya hacia el siglo VII a.C., se hacía referencia al término en Grecia, primero como mito ( Europa, la princesa fenicia que Zeus raptó y llevó a Grecia) y enseguida como término geográfico, para designar a los territorios que se extendían al oeste de la propia Grecia. Pero a pesar de ello, su uso fue casi nulo a lo largo de la Antigüedad clásica y muy escaso antes del s. VII de la era cristiana.


Cuando empezó a utilizarse en la época carolingia (siglos VIII-IX) Europa significaba ante todo la unidad del Occidente cristiano. El propio Carlomagno concibió su imperio no como una unión europea, sino como la restauración, desde una óptica cristiana, del Imperio romano de Oriente y Occidente.


El término Europa, cuyo uso en sentido geográfico fue extendiéndose a lo largo de la Baja Edad Media, realmente no desplazó, en el lenguaje europeo, al de la cristiandad hasta la Edad Moderna (siglos XVI y XVII). Europa además no fue una comunidad cultural plenamente unitaria pues la división del Imperio romano terminó por crear dos mundos diferentes: Roma, la cristiandad occidental, y Bizancio la Europa ortodoxa. Rusia, que empezó a individualizarse en la historia a partir del siglo IX fue siempre solo parcialmente europea. Europa, como el continente que se extiende del Atlántico a los Urales, fue una definición que sería acuñada por la geografía del siglo XIX.


Así pues, la cultura grecorromana y el cristianismo fueron los dos pilares fundamentales, aunque no los únicos, de lo que se acabaría por llamar Civilización Europea. Lo que acabaría siendo Europa se iría gestando a partir de los siglos IV-VIII de la era cristiana, al hilo de la interacción de la transformación del Imperio romano tardío, las migraciones de los pueblos germánicos, el desarrollo de Bizancio, la expansión del cristianismo, la experiencia de las comunidades judías, la aparición del islam y el nacimiento de estados y naciones occidentales.


Para el historiador Henri Pirenne, sería la expansión del islam por el Mediterráneo lo que puso fin a la unidad del mundo antiguo y no las invasiones germánicas, lo que pondría fin a la unidad del mundo antiguo y separó definitivamente Oriente de Occidente. Y de la alianza entre el Imperio de Carlomagno y el papa que, como respuesta a la situación se creó en Occidente, daría a Europa su nueva y definitiva fisonomía, bajo el dominio de la Iglesia y el Feudalismo.



Pese a que el Imperio de Carlomagno fue efímero, éste unificó en el año 800 buena parte de la cristiandad occidental, un proyecto de imperio universal cristiano, con capital y corte en Aquisgrán, donde reunió a un importante número de hombres de letras de toda Europa, que dejaría una permanente huella en la política de la Edad Media.



Las Cruzadas, peregrinaciones, catedrales fueron a si mismo empresas "europeas".

Mapa de Europa en el año 1500

                      

El renacimiento económico que parte del continente experimentó entre los años 1000 y 1300, debido a las nuevas técnicas de explotación agrícola, el desarrollo de la artesanía, la minería y la producción de paños y tejidos, el aumento del comercio, la revolución financiera con sus letras de cambio, sociedades mercantiles, etc, todo ello con epicentro en las ciudades italianas, en Flandes, Londres, Paris, Lyon, Ginebra y algunas ciudades del sur de Alemania, se basó en buena medida en la paulatina interdependencia económica del Occidente cristiano.


Una vez superada la crisis derivada de la peste negra que entre 1346 y 1353 devastó el continente, la intensificación del comercio marítimo y terrestre entre puertos, ciudades y villas reforzó el proceso de integración de economías y mercados europeos. Y así, en el siglo XV, genoveses y venecianos hegemonizaban las rutas comerciales marítimas que desde Constantinopla y el Mediterráneo oriental llegaban, a través de Italia y de las costas y puertos franceses, españoles y portugueses, hasta Inglaterra, Flandes y el mar del Norte. A su vez, la Hansa alemana, la asociación económica de ciudades comerciales alemanas encabezada por Lübeck, controlaba el comercio (paños, minerales, maderas, sal) con el norte de Inglaterra, Escandinavia y las regiones del Báltico.


Se puede decir que entre navegantes, mercaderes y comerciantes fueron vertebrando el Occidente medieval, haciendo una civilización común desde el siglo XIII.


Además cabe destacar el papel que las universidades tuvieron en dicha vertebración europea, y es que desde el siglo XII en el continente se extendió la creación de universidades, desde las islas británicas con Oxford o Cambridge, la península Ibérica con Salamanca, Valladolid, Valencia, Lisboa o Coímbra, Francia con París, Toulouse o Montpellier, Italia con Bolonia, Nápoles o Padua, Alemania con Colonia o Heidelberg, Países Bajos con Lovaina, Polonia con Cracovia, etc. Favorecidas por el desarrollo económico y el crecimiento de las ciudades, creadas como respuesta a la complejidad creciente de la vida social con el desarrollo del derecho civil y económico, el crecimiento de las administraciones públicas o el auge y regularización del comercio internacional, y a la necesidad por ello mismo, de impulsar estudios generales fuera del ámbito de los estudios monásticos, las universidades fueron una aportación singular de la historia europea.


Las universidades se fueron creando por fundación real, eclesiástica o municipal por lo que tardaron en encontrar su autonomía y su fisonomía y estructura definitivas. La calidad y naturaleza de los estudios que se impartían fueron muchas veces, y por mucho tiempo, discutibles. Pero definieron pronto su misión: eran comunidades de profesores y estudiantes dedicados a estudios generales, y disciplinas como las "artes", la teología, la filosofía, la gramática, las leyes y la medicina. Las universidades conservaban y transmitían la herencia cultural y prestigiaban mediante la concesión de grados el mérito intelectual, el conocimiento y la enseñanza profesional.


Se puede decir pues, que bajó la Edad Media se creó la ciudad, la nación, el Estado, la universidad, el reloj....y también la civilización europea, la Europa misma.



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Referencias:

Breve historia del Mundo. De la Edad Media hasta hoy. Juan Pablo Fusi. Editorial Galaxia Gutenberg. 2016







30 octubre, 2020

MIGUEL HERNÁNDEZ, EL POETA DEL PUEBLO

 Un 30 de octubre de 1910 nacía el gran poeta alicantino, nacido en Orihuela,  Miguel Hernández, popularmente conocido como "el poeta del pueblo".


Miguel Hernández


Miguel era el tercero de cuatro hermanos. Su infancia transcurrió entre los juegos y el trabajo pues desde los siete años ya ayudaba a su hermano mayor, Vicente, en las tareas del pastoreo, aprendiendo de él este oficio. A los ocho años su padre consigue que le admitan en las Escuelas del Ave María, anexas al Colegio de Santo Domingo, unas aulas al aire libre donde se acogen a niños y niñas pobres empezando entonces su aprendizaje escolar.


Miguel se mostraría como un gran estudiante destacando su interés en la lectura lo que se traduciría en unas excelentes calificaciones. Miguel absorbe todo lo que se le enseña y lee todo lo que cae en sus manos. No deja de ayudar a su hermano con las cabras y repartiendo leche por el vecindario. 


Con trece años Miguel accede al prestigioso colegio de Santo Domingo con una especie de beca, que por su aplicación y conducta le concede el rector del colegio. El padre de Miguel acepta aunque no muy convencido. Y es allí donde Miguel se junta con los niños de la burguesía oriolana y se da cuenta de que puede superarlos en conocimientos, ganando varios premios académicos.


Pero desgraciadamente en marzo de 1925 se ve obligado a abandonar sus estudios ante la crisis económica que atraviesa su familia, su padre le necesita para ocuparse del ganado, pero además parece que su padre veía en todo eso un intento de los curas de llevar a su hijo a la carrera eclesiástica, cuando él ya tenía trazado un futuro para su hijo como cabrero. No le gustaba que leyera tanto y le reñía por las noches cuando lo pillaba con la luz encendida.


Miguel junto a sus hermanos

Pero Miguel no iba a abandonar tan fácilmente su pasión por la lectura y su deseo de aprender y aprovecha las horas de pastoreo para seguir estudiando, llevando siempre algún libro encima, cuaderno y lápiz en los que anota lo que ve (la huerta, la montaña, las cabras, el pastoreo...) y lo transforma en poesía. Y así cuando sus obligaciones se lo permiten visita la biblioteca del sacerdote y canónigo de la catedral oriolana, Luis Almarcha que al conocer su potencial se convertirá en su benefactor. En sus lecturas descubre a los grandes clásicos en lengua castellana y también a los clásicos grecolatinos. 


Algunos diarios de la provincia le publican sus primeros poemas y poco a poco colabora en la prensa local y provincial. En esos primeros poemas Miguel practica una poesía mimética buscando su propia identidad a través de todas las lecturas que realiza y lo hace con una gran habilidad.


Junto a sus amigos Carlos Fenoll y Ramón Sijé forman el "Grupo de Orihuela" y guiados por sus inquietudes literarias se reúnen periódicamente. Es en estas reuniones cuando Miguel empieza a leer a autores más contemporáneos dejando aparcada la clasicidad en su poesía, influenciado sobre todo por Ramón Sijé que tenía un gran conocimiento de la literatura española contemporánea y mundial.


Además Miguel se siente atraído por el teatro y junto a otros amigos forman un grupo teatral en 1927 y aunque actúa como actor a él lo que más le gusta es escribir. Y escribir teatro le puede abrir las puertas.


Con la proclamación de la Segunda República muchos intelectuales ven en ella un mecanismo para transformar el país.


En 1931 realiza su primer viaje a Madrid, con la idea de vivir su sueño de escritor. Un viaje bastante decepcionante para él, ya que además de no encontrar el apoyo que esperaba como escritor, malvive penosamente pues no tiene dinero ni trabajo. Así que regresa a Orihuela en mayo de 1932 y trabaja en lo que sale. Pero sigue cultivándose y perfeccionando su poesía. Participa en su pueblo natal en un homenaje al también escritor alicantino Gabriel Miró.


Poco después viajará a Murcia para ver a Raimundo de los Reyes que era periodista del diario "La Verdad" quien se encarga de la corrección y edición de su libro. En Murcia conocería a Garcia Lorca que estaba de gira con su compañía teatral La Barraca. "Poliedros" que se editaría en 1933. 


Pero Miguel se desespera al no conseguir el reconocimiento que esperaba. No será hasta que publica "Rayo que no cesa" que su obra empieza a tenerse un poco en cuenta. Aunque tampoco demasiado, y es cuando escribe a Lorca enfadadísimo porque nadie había entendido su libro.


Pese a ser incomprendido no se da por vencido y decide que volverá a Madrid. Pero antes de eso en verano conoce a la que sería su compañera de vida Josefina Manresa. 


Miguel junto a su mujer Josefina Manresa


En 1934 realiza su segundo viaje a Madrid y se publica su auto sacramental "Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras", publicado por José Bergamín, pronto su obra es alabada por la crítica más entendida y por los propios poetas de su época. Sus escritos empiezan a ser conocidos en la capital y se le empieza a reconocer sus cualidades literarias. Empieza a relacionarse con grandes poetas como Alberti, Rosales,  y sobre todo con Vicente Aleixandre y Pablo Neruda.


En verano de 1934 Miguel Hernández regresa a Orihuela y formaliza su noviazgo con Josefina Manresa. 


En el otoño de 1934 regresa a Madrid y se empapa del ambiente literario. En 1935 empieza a colaborar con las Misiones Pedagógicas. En este tiempo trabaja en la enciclopedia taurina de José María de Cossío.


Miguel Hernández ya ha cambiado su poesía es una poesía más libre ya no dirigida a lo divino y místico como antes. Y a la vez que cambia su poesía adquiere un compromiso social y fruto de ello es su obra "Los hijos de la piedra".


En diciembre de 1935 recibe la noticia de la muerte de su amigo Ramón Sijé, que aunque en los últimos tiempos se habían distanciado, lo continuaba considerando su amigo. Y en 1936 le dedica un poema "Elegía". Se edita su poemario "El rayo que no cesa" y termina una obra teatral. 


Miguel en el homenaje a Ramón Sijé


Con el estallido de la guerra civil Miguel consolida su postura social y la convierte en política alistándose como voluntario en el Ejército Popular y no eludiendo el frente, siendo nombrado Comisario de Cultura para animar a los combatientes con sus arengas. En la emisora del 5º Regimiento se empieza a gestar la figura simbólica del poeta.


A principios de 1937 Miguel es destinado a Andalucía al "Altavoz del frente" y en marzo se casa con Josefina por lo civil. Participará en el 2º Congreso Internacional de Intelectuales en Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia.


Su poesía es en este momento una síntesis del dolor compartido y de denuncia contra la injusticia capitalista en defensa de las clases explotadas ejemplo de ello es su poema "El Niño yuntero". Y su producción teatral se traduce en obras muy cortas para representar en las líneas del campo de batalla pero también en la retaguardia para animar tanto a soldados como a las familias de los mismos en la esperanza de un futuro mejor.


Viaja a la Unión Soviética formando parte de una delegación española enviada por el Ministerio de Instrucción Pública para asistir al V Festival de Teatro Soviético.


En este tiempo se publican sus obras "Viento del Pueblo" editado por el Socorro Rojo Internacional y "Teatro en la Guerra".


Miguel cae enfermo de anemia aguda y se traslada al pueblo de Cox (Alicante) junto a su mujer, siendo una de las etapas más felices de su vida.


Miguel en la radio del 5º Regimiento


En Diciembre de 1937, y cuando está destinado al frente de Teruel, nace su primer hijo, Manuel Ramón. Pero el pequeño moriría al año siguiente y ese dolor de padre lo vuelca en sus poemas en el libro "Cancionero y romancero de ausencias". 


Además, a lo largo de 1938, la derrota del ejército republicano parece inevitable y con ello su poesía se vuelve pesimista y desgarradora, buen ejemplo de ello es "El hombre acecha".


En 1939 nace su segundo hijo, Manuel Miguel. En abril de ese mismo año concluye la guerra y Miguel sale de Madrid buscando la ayuda de poetas amigos afines al nuevo régimen, pero se la niegan por miedo a represalias. Intenta entonces pasar a Portugal, para desde allí embarcar y llegar a Chile, pero se lo impide la policía portuguesa siendo entregado a la Guardia Civil fronteriza. Es trasladado a varias cárceles y en la prisión de Torrijos en Madrid compondrá sus conocidas "Nanas de la cebolla", tras recibir una carta de Josefina indicándole que apenas puede amamantar a su hijo porque solo come pan y cebolla.


Cuando nadie lo esperaba es puesto en libertad y se traslada a Orihuela pese a que su mujer y algunos amigos intentan hacerle desistir pues lo consideran peligroso. Allí es delatado y detenido nuevamente y enviado a la cárcel de Conde de Toreno en Madrid donde será condenado a la pena capital. Al final la condena es conmutada por 30 años de prisión gracias a las gestiones llevadas a cabo por su amigo Jose María Cossio y el ministro Sánchez Mazas. Pasará por varios penales, en uno de ellos conocería a Antonio Buero vallejo. En el penal de Ocaña escribiría cuentos para su hijo "El conejito" o "El potro oscuro". En 1941 ya enfermo el poeta, Cossio, Sánchez Mazas y su antiguo benefactor Luis Almarcha le piden que se retracte de sus escritos y de sus ideas a lo que él se niega. Al empeorar es trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante en la que caerá enfermo de tifus que se complicará con una tuberculosis.


Josefina y su hijo Manuel Miguel

Era necesario internarlo en el Hospital de Tuberculosos de Porta Coeli en Valencia ante la gravedad de su estado, la familia pide la intercesión de Luis Almarcha, que dice que les va a ayudar, pero antes Miguel debe casarse por la Iglesia, y lo acepta para que Josefina tuviera los derechos de su obra una vez muerto y para que pudieran seguir visitándolo.


Por desgracia, el poeta moriría el 28 de marzo de 1942 en la enfermería de la prisión alicantina esperando un traslado que nunca llegó, a la temprana edad de 31 años. 


Tras su muerte su nombre y su poesía se silenció en España, aunque circuló de manera clandestina, y se tradujo su obra en el extranjero. No sería hasta 1968 cuando algunos de sus poemas se publicaron legalmente. Más tarde, en 1976 se le rindió un sentido homenaje en su Orihuela natal.


A los versos de Miguel Hernández se les ha puesto música, lo que ha permitido popularizarlos y que la gente se acerque a su obra, ya que el público se puede sentir identificado con ellos, pues narra sentimientos universales.


Como diría su amigo Pablo Neruda: "Miguel Hernández es el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma". Dominaba la palabra y la sintaxis como pocos, y unido a su estilo auténtico e intimista lo han convertido en un poeta imprescindible.





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Referencias:





28 septiembre, 2020

LAS HUELLAS DE LAETOLI: LAS PRIMERAS HUELLAS DE LA HUMANIDAD

El yacimiento de Laetoli se encuentra cerca del Parque Nacional de Serengueti (a unos 20 km) en Tanzania, y allí hace millones de años el volcán Sadiman erupcionó arrojando cenizas al aire y una lluvia las convirtió en barro, un barro en el cual se grabaron y se fosilizaron las pisadas de muchos animales, entre ellos las de los homínidos.


Huellas de Laetoli


Las huellas : las primeras huellas(icnitas) fueron descubiertas entre 1976-1977 por Mary Leake y su equipo, y fueron datadas con una antigüedad comprendida entre 3,4 y 3,8 millones de años. Las huellas fósiles son muy difíciles de hallar. 


Hay dos rastros paralelos, pero el de la derecha en el sentido de la marcha parece corresponder a dos individuos, uno de ellos caminaría sobre las huellas del otro. El individuo de la izquierda es muy pequeño, lo que hace pensar que correspondería a una hembra o una cría.


Las características de estas huellas no muestran una andar bípedo inseguro sino que reflejan un modo de caminar igual al nuestro. De hecho si comparáramos las huellas de Laetoli con las nuestras nos sorprenderíamos de lo semejantes que son.


Los pies de los simios (más parecidos a nuestra mano) son planos y el primer dedo, el dedo gordo, no llega tan lejos como los demás, sino que es más corto y se puede separar lateralmente de ellos poniéndose en posición contraria al pisar.


Morfología plantar de diferentes especies


En la huellas de Laetoli es posible estudiar el tipo de locomoción de los homínidos que las produjeron. Y así, se puede decir que en cada paso de los homínidos de Laetoli, el pie adelantado se apoyaba primero sobre el talón, que dejó una profunda impresión sobre el suelo blando. Luego el peso del cuerpo se transmitía por el arco plantar. A partir de este momento, el pie se flexionaba sobre los dedos, que daban un impulso final  para despegar el pie del suelo y lanzar la pierna hacia delante. Y como en los humanos actuales, el dedo gordo tenía una participación fundamental en esta última fase, y por eso se agrupaba delante con los demás dedos y estaba en línea con ellos.


En el yacimiento de Laetoli se han encontrado fósiles de Australopithecus Afarensis de la misma antigüedad que las pisadas, y por ello sólo cabe suponer que las produjeran tres individuos de esta especie de homínido.


Además el estudio de las huellas indica que estos homínidos caminaban tranquilos, como paseando, lo que indicaría un bipedismo completo.


Recreación de Laetoli


En el 2015 se descubrieron catorce nuevas pisadas de nuestros ancestros más lejanos a sólo 150 metros de las halladas en 1976 por Mary Leake. Las nuevas pisadas se encontraban en el mismo estrato de ceniza solidificada que las anteriores y mostraban la misma orientación, por lo que se piensa que podrían pertenecer al mismo grupo de homínidos.


Las conclusiones de su estudio fueron que las huellas pertenecían a dos individuos, uno masculino que medía 1,65 metros de altura y pesaba unos 44,7 kilos; el otro individuo, probablemente femenino, medía 1,46 metros de altura y pesaba unos 39,5 kilos. Por tanto, serían más altos que la conocida Lucy, también perteneciente a los Australopithecus afarensis. Además también se sugería un comportamiento social típico de los gorilas, es decir un grupo de hembras conviviendo con un único macho.


Estos vestigios arqueológicos tan excepcionales aportan información sobre la biomecánica de la locomoción, sobre el tamaño corporal de los homínidos extintos, sobre su diversidad e incluso sobre sus estrategias reproductivas.


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Referencias:

La especie elegida. Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez. Editorial Temas de Hoy. 2004.

https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/actualidad/las-nuevas-huellas-halladas-tanzania-revelan-como-era-nuestra-sexualidad-primitiva_10954/1



28 agosto, 2020

DICHO CON HISTORIA: "PONER LA MANO EN EL FUEGO"

 Seguro que más de una vez hemos "puesto la mano en el fuego" por alguien o por algo. Es una expresión que se utiliza para manifestar el respaldo total y nuestra confianza plena hacia otra persona o hacia algo. En definitiva, se trata de una frase figurada con que se asegura la verdad y certeza de una cosa.


Mucio Escevola en presencia de Porsena. Matthias Stom (1640)
Mucio Escevola en presencia de Porsena.
Matthias Stom (1640)


Esta expresión, según el Diccionario de Autoridades, se remonta a la época en la que se practicaba el llamado juicio de Dios u Ordalía, que era una institución jurídica en virtud de la cual, atendiendo a supuestos mandatos divinos, se establecía la inocencia o la culpabilidad de una persona, (e incluso eventualmente, un objeto de cualquier tipo, aunque preferentemente aplicado a libros u obras de arte), o una cosa acusadas o sospechosas de quebrantar las normas o cometer pecado, sometiéndola a diversas pruebas, de cuyos resultados interpretaban los antiguos que se podía deducir el juicio que esa persona le merecía a Dios. Y es que antiguamente se creía que Dios o los dioses se expresaban mediante actos cuasi milagrosos.


En ocasiones, el juicio de Dios era utilizado para solventar una disputa o controversia entre dos personas u objetos, que eran sometidos a la ordalía bien de forma consecutiva o bien simultáneamente.


En principio se trató de una costumbre pagana, que fue común entre numerosos pueblos antiguos (Asiria, Babilonia, Grecia o Roma), y especialmente por los pueblos germánicos, pero con la llegada del cristianismo, esta costumbre fue asimilada por la Iglesia, que la continuó usando durante toda la Edad Media, los tribunales de la Inquisición hicieron uso y abuso de estos juicios divinos. Los juicios de Dios admitían numerosas formas, según su objetivo fueran personas o cosas a juzgar, y dependía además de la costumbre del país o el lugar. Lo más usual era la utilización del fuego y el combate. El fuego o la "prueba de fuego" podía consistir en coger hierros candentes o en meter la mano u otras partes del cuerpo en una hoguera o lumbre. A su vez, la variante preferida del combate fue el duelo. Si se salía indemne de la prueba ( o al menos con mínimas quemaduras) era porque Dios lo consideraba inocente, y por tanto no tendría que recibir castigo alguno.


Estos juicios de Dios también se aplicaron a las mujeres acusadas de adulterio, quienes tenían que poner su mano en el fuego para demostrar su inocencia. Si la quemadura no sanaba en el plazo de tres días, eran enviadas a la hoguera. Se entendía que, a través de la curación o no de la acusada, la divinidad declaraba la verdad.


Pero la frase que nos ocupa también tiene otro posible origen basado en una leyenda de origen romano que tiene como protagonista al joven Cayo Mucio Escévola, quien dejó arder su mano ante sus enemigos etruscos en prueba de que decía la verdad.


Este episodio legendario, y sus variantes, es recogido por Tito Livio, Plutarco o Valerio Máximo. La leyenda cuenta que Porsena, rey de los etruscos, sitió Roma y Cayo Mucio, para salvar la República, se ofreció voluntario para infiltrarse en su campamento con la intención de asesinarlo, pero se equivocó y mató a uno de sus oficiales. Al ser detenido Mucio demostró su determinación al dejar que su mano derecha se quemara en el fuego mientras afirmaba que cuatrocientos romanos estaban dispuestos a hacer otro tanto para librar a su ciudad. Porsena, asombrado por su valentía, le perdonó la vida y firmó la paz. Desde entonces, Cayo Mucio recibió el sobrenombre de Scevola o zurdo. 


Y es que el fuego asociado al agua era el símbolo de la participación en la vida social y religiosa de la comunidad. La historia de Mucio muestra que este tipo de ordalía no era extraño a la cultura romana. En una cultura que utilizaba el fuego para  realizar pruebas de destreza o de valor la idea de utilizarlo como prueba judicial no resulta nada extraña.


La leyenda de Mucio Scévola fue tomado como ejmeplo de heroísmo y sería difundido a través de manuscritos medievales con iluminaciones, sirviendo de tema a numerosas pinturas entre los siglos XVI y XVII.


¡Cuántas expresiones que utilizamos en nuestro día a día tienen su origen en el pasado! Aprendamos a utilizarlas y pongámoslas en valor.



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Referencias:

Del hecho al dicho. Gregorio Doval. Editoral Alba Libros. Doval. 2014

Los suplicios capitales en Grecia y Roma. Eva Cantarella. Editorial Akal. 1996.

La Historia de Roma en la fraseología castellana. Antonio Cascón Dorado. Revista de la Uned. 2008.

31 julio, 2020

EL CROISSANT: UN DULCE CON HISTORIA


De gastronomía va la entrada de este mes ¿De dónde proviene el delicioso croissant? A este delicioso pastelillo con forma de media luna lo solemos relacionar con la pastelería francesa. Y según cuenta la leyenda tendría un origen curioso y con historia.

Croissant de mantequilla
Croissant típico

El "croissant" castellanizado cruasán, es un producto de pasteleria que se elabora con masa de hojaldre, levadura y mantequilla, y que tiene forma de media luna. Su origen es curioso y podría estar relacionado con un hecho histórico. Y no, no tiene un origen francés.

Habría que remontarse al siglo XVII a los años en los que los turcos sitiaron Viena. En 1863 los turcos comandados por el gran visir Hara Mustafá, avanzaban por las orillas del  Danubio tras haber conquistado Constantinopla. Iban apoderándose de pequeños pueblos pero su objetivo era conseguir una gran victoria conquistando la ciudad imperial de Viena.

Al llegar a Viena los otomanos intentaron sitiar la ciudad pero fracasaron y tras intentarlo varias veces más se convencieron que era mejor cambiar de estrategia. Así que a Mustafá se le ocurrió conquistar Viena a través de túneles, es decir, excavarían tuneles contando con el factor sorpresa.

La idea era excavar los túneles durante la noche, para así lograr salvar las murallas que resguardaban la ciudad. Atacarían al amanecer, cuando nadie se lo esperaba. Pero he aquí que los turcos no contaron con....¡los panaderos de la ciudad!

Y es que los panaderos comenzaban su jornada laboral mucho antes del alba, y ese día al salir aquella madrugada todos los panaderos de Viena escucharon ruidos extraños y se dieron cuenta de que eran los otomanos excavando los túneles.

Los panaderos alertaron al ejército, que se preparó diligentemente para trazar una emboscada y obligar a los turcos a retroceder. Y lo consiguieron.

Frente a esta gran victoria, el rey Leopoldo I no cabía de alegría. Sabía muy bien que la victoria no fue sólo cosa del ejército, sino que los panaderos habían contribuido de manera muy destacada en la misma. En señal de agradecimiento, el rey decidió condecorar a los panaderos vieneses. Y los panaderos, a su vez,según se dice decidieron conmemorar la victoria a su manera. Hornearon unos panecillos con forma de media luna como una forma de burlarse del emblema de los otomanos.

Existe sin embargo otra versión que sitúa su origen en el mismo contexto pero lo atribuye a Jerzy Franciszek Kulczycki, un hombre de negocios polaco instalado en Viena. Y según este relato cuando los vieneses sitiados estaban a punto de rendirse, consiguió traspasar el cerco del ejército otomano para reunirse con Carlos V de Lorena e informarse de la situación militar. De vuelta al interior de la ciudad, convenció a las autoridades de que hicieran un último esfuerzo por resistir ya que les informó de que se esperaba la llegada de las tropas del Rey de Polonia. Kulczycki, es hoy un héroe en Viena. Es conocido también por haber introducido el café en Europa justo después de esa victoria sobre los otomanos, café que recuperó de las mercancías abandonadas por el ejército otomano en su huida. Para celebrar la victoria, lo sirvió por primera vez acompañado de pastelitos en forma de medialuna, los llamados Kipferl.

Y así es como este panecillo elaborado según parece por los panaderos vieneses, conocido como Kfli o Kipferl, fue el que luego se popularizó bajo el nombre de croissant, y el mismo que se convirtió en todo un clásico de los desayunos franceses.

Y su éxito en Francia debe buscarse a raíz del matrimonio de la princesa austríaca María Atonieta con el delfín de Francia, el futuro Luis XVI. María Antonieta se llevó consigo su desayuno preferido que no era otro que el kifli. Y los pasteleros franceses adoptaron y mejoraron la receta hasta convertirlo en lo que actualmente conocemos como croissant. Y aunque la reina Maria Antonieta perdió su cabeza a manos de los revolucionarios a ella deben los franceses una de sus delicatessen: el croissant.



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Referencias:



26 junio, 2020

75 º ANIVERSARIO DE LA CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS

Carta de las Naciones Unidas
Hace 75 años, en concreto el 26 de junio de 1945, y cuando la 2ª Guerra Mundial estaba a punto de llegar a su fin, representantes de 50 estados firmaron la Carta de las Naciones Unidas. Se trataba del documento fundacional de la nueva organización llamada a velar por la paz en el mundo, destinada a poner fin a la violencia que el mundo había vivido durante la primera mitad del S.XX.

El camino hasta llegar a la fundación de la ONU había comenzado varios años antes. Ya en junio de 1941, mientras la guerra devastaba buena parte del continente europeo y el Eje se había apoderado de casi toda Europa, nueve gobernantes exiliados en el Reino Unido y representantes de otros cinco países firmaron una declaración conjunta en el Palacio de St. James, en Londres. Los gobiernos exiliados en Londres eran Bélgica, Checoslovaquia, Grecia, Luxemburgo, Países Bajos, Noruega, Polonia, Yugoslavia y Francia; y los países sumados a la Declaración fueron Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y la Unión de Sudáfrica. La declaración miraba más allá de la victoria militar en busca de un porvenir más estable para los años de la posguerra y así se declaraba que "la única base cierta de una paz duradera radica en la cooperación voluntaria de todos los pueblos libres que, en un mundo sin la amenaza de la agresión, puedan disfrutar de seguridad económica y social; nos proponemos trabajar juntos y con los demás pueblos libres, en la guerra y la paz, para lograr este fin".

A medida que avanzaba el conflicto se fueron firmando nuevos acuerdos a los que se sumaron otros países como la Unión Soviética y Estados Unidos, como son la Carta del Atlántico en 1941, la Declaración de las Naciones Unidas en 1942, las Declaraciones de Moscú y Teherán en 1943, las Coferencias de Dumbarton Oaks y Yalta entre 1944 y 1945 y la Conferencia de San Francisco en 1945.

En agosto de 1941 el presidente norteamericano Roosevelt y el primer ministro inglés Churchill, emitían una declaración conjunta destinada a ser conocida como la Carta del Atlántico. En ella se expresaban "ciertos principios comunes en la política nacional de nuestros países respectivos, en los cuales radican las esperanzas de un mejor porvenir para la humanidad".


Así en 1942, veintiséis estados que luchaban contra las fuerzas del Eje Roma-Berlín-Tokio firmaron la Declaración de las Naciones Unidas, en la cual se comprometían a no firmar una paz por separado y a seguir luchando juntos contra las potencias del Eje. De hecho el nombre de "Naciones Unidas" sería acuñado por el presidente de EEUU Franklin D. Roosevelt. El 1 de enero de 1942 esta importante declaración sería firmada por Roosevelt (EEUU), Churchill(Gran Bretaña), Litvinov (Unión Soviética) y Soong (China), a la que se sumarían al día siguiente el resto de países firmantes.

Declaración de las Naciones Unidas (1942)

En 1943 las principales naciones aliadas estaban comprometidas a lograr la victoria y a colaborar tras conseguirla en la creación de una organización general internacional que, basada en el principio de igualdad soberana, velara por mantener la paz y la seguridad internacionales. La Declaración de Moscú firmada en octubre de 1943 por la Unión Soviética, Gran Bretaña, Estados Unidos y China, se comprometía a ello.

En 1944 continuaba la guerra y también paralelamente las reuniones y conferencias al más alto nivel. Así, en el verano de 1944 se reunieron los representantes de China, Gran Bretaña, la URSS y los EEUU en Dumbarton Oaks (Washington) cuyas conversaciones culminaron el siete de octubre con una declaración que sería el primer paso importante para la constitución de una organización internacional en la posguerra que sucediera a la obsoleta Sociedad de Naciones surgida tras la 1ª Guerra Mundial. Se trataba de una propuesta de estructura de la futura organización Mundial que los países debían estudiar y discutir. De hecho, fruto de las negociaciones se consiguió el formar unas Fuerzas Armadas al servicio de la Paz, pues todos los países estaban de acuerdo en considerarlo un punto clave para evitar futuros conflictos. La estructura de las Naciones Unidas se compondría en una Asamblea General compuesta por todos sus miembros, un Consejo de Seguridad compuesto de once miembros, de los que cinco serían permanentes y el resto elegidos por la Asamblea cada dos años, un Consejo Económico y Social bajo autoridad de la Asamblea, una Corte Internacional de Justicia y, finalmente, una Secretaría.

En la Coferencia de Yalta (Crimea) en febrero de 1945 se resolvió el último fleco que faltaba, como era el procedimiento de votación en el Consejo de Seguridad. Además se convocó a los estados miembros a la Conferencia de San Francisco para preparar la Carta de las Naciones Unidas.

Conferencia de Yalta (1945) Churchill, Roosevelt y Stalin

En junio de 1945 la 2ª Guerra Mundial había concluido en Europa y pronto lo haría también en el Pacífico, dejando un reguero de muerte y destrucción difícil de olvidar. Representantes de 50 países se reunieron entonces en San Francisco en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional. Los delegados deliberaron sobre la base de propuestas preparadas por los representantes de China, la Unión Soviética, el Reino Unido y los Estados Unidos en Dumbarton Oaks (EEUU) entre agosto y octubre de 1944. El Objetivo de la misma era redactar la Carta de las Naciones Unidas, un documento que sirviera como base legal para la nueva era que comenzaba en las relaciones internacionales.

A la firma se sumaron hasta 3.500 personas en la que fue una de las mayores reuniones internacionales de la historia. Tras un sinfín de reuniones de las distintas comisiones creadas durante la conferencia, debates, vetos y modificaciones sobre el texto, el 26 de junio, los representantes de los 50 estados firmaron la Carta de las Naciones Unidas. Polonia, cuyo primer gobierno tras la guerra aún no había tomado posesión, firmaría más tarde.

La Carta entró en vigor en octubre de 1945, cuando fue aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, en aquella época formado por China, Francia, Reino Unido, Unión Soviética y Estados Unidos.

Desde entonces los estados miembros de las Naciones Unidas ha ido creciendo año tras año.

La Carta se divide en un preámbulo y 19 capítulos, que a su vez se conforman un total de 111 artículos que abordan las siguientes temáticas:

Capítulo I: Propósitos y Principios
Capítulo II: Miembros
Capítulo III: Órganos
Capítulo IV: La Asamblea General
Capítulo V: El Consejo de Seguridad
Capítulo VI: Arreglo pacífico de controversias
Capítulo VII: Acción en caso de amenazas a la Paz, quebrantamientos de la Paz o actos de agresión
Capítulo VIII: Acuerdos Regionales
Capítulo IX: Cooperación Internacional Económica y Social
Capítulo X: El Consejo Económico y Social
Capítulo XI: Declaración Relativa a Territorios no Autónomos
Capítulo XII: Régimen Internacional de Administración Fiduciaria
Capítulo XIII: El Consejo de Administración Fiduciaria
Capítulo XIV: La Corte Internacional de Justicia
Capítulo XV: La Secretaría
Capítulo XVI: Disposiciones Varias
Capítulo XVII: Acuerdos Transitorios sobre Seguridad
Capítulo XVIII: Reformas
Capítulo XIX: Ratificación y Firma


Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas



Destacar el Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas que dice así:

"Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos
a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante
nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles,

a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en 1a dignidad y el valor de
la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones
grandes y pequeñas,

a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las
obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional,

a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más
amplio de la libertad,

y con tales finalidades

a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos,

a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales,

a asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará
la fuerza armada sino en servicio del interés común, y

a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de
todas los pueblos,

hemos decidido aunar
nuestros esfuerzos para
realizar estos designios

Por lo tanto, nuestros respectivos Gobiernos, por medio de representantes reunidos en la
ciudad de San Francisco que han exhibido sus plenos poderes, encontrados en buena y
debida forma, han convenido en la presente Carta de las Naciones Unidas, y por este acto
establecen una organización internacional que se denominará las Naciones Unidas".

Mapa de la ONU en 1945

A día de hoy la Carta de las Naciones Unidas sigue conformando las bases de la constitución interna de la ONU y ha sido firmada por la inmensa mayoría de los estados del mundo.

A lo largo de los años el trabajo de la ONU ha sido reconocido internacionalmente mediante diversos premios Nobel de la Paz. Aunque también ha sido objeto de debate interno siendo acusada de inoperancia y de proteger los intereses geopolíticos de los cinco estados permanentes del Consejo de Seguridad. Pero aunque la ONU necesite de reformas que la hagan más eficaz es indudable el papel que ha tenido en cuanto a Derechos Humanos y asistencia sanitaria en el mundo.



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Referencias:
https://www.un.org/es/sections/history/history-united-nations/index.html
https://eacnur.org/blog/carta-de-las-naciones-unidas-tc_alt45664n_o_pstn_o_pst/

29 mayo, 2020

LUGARES CON HISTORIA: EL VALLE DE LOS REYES

El Valle de los Reyes es seguramente el más célebre y visitado paraje del Egipto faraónico. Durante cinco siglos (del 1552 al 1069 a.C.) y tres dinastías (la XVIII, XIX Y XXX) el Valle se erigió en lugar de enterramiento de los faraones durante el llamado Imperio Nuevo.

Panorámica de El Valle de los Reyes

El término "Valle de los Reyes" fue acuñado por Champollion (quien descifró el sistema de escritura egipcio) para denominar a esta necrópolis de los faraones tebanos.

El Valle de los Reyes si sitúa en la orilla oeste del Nilo, la Antigua Tebas, hoy ciudad de Lúxor en Egipto. Se trata de un paraje de colores ocres y pardos encerrado entre acantilados, rocas y  colinas. Y dominando el Valle de los Reyes se encuentra "la Cima de Occidente" elevación montañosa que atrae la mirada desde el principio. La "Cima" era el refugio de una diosa serpiente Meretseger "la que ama el silencio", que se erigía a su vez en protectora del lugar. Probablemente la presencia de ese elemento geomorfológico, que recuerda a las pirámides reales del Reino Antiguo, fue lo que impulsó a los primeros faraones de la dinastía XVIII a escoger este lugar en el desierto abrasador para levantar en él sus moradas eternas.

El Valle es el inicio de un ued excavado por las lluvias que desgastaron el calcáreo y formaron una depresión donde reina a menudo un calor sofocante. Moldeado en la prehistoria por el lecho de los torrentes y las lluvias tormentosas, el Valle se divide en dos ramas: la del oeste, la más vasta que solo comprende cuatro tumbas de las que solo dos son sepulturas reales (Amenhotep III y la de Ay, sucesor de Tutankamón). La del este, considerada como el Valle de los Reyes propiamente dicho, recibió el nombre de árabe de Biban el-Muluk "las puertas de los reyes", y es donde se encuentran la mayoría de las tumbas reales. Hay que destacar que también algunos personajes no pertenecientes a la realeza tuvieron el gran privilegio de ser inhumados junto a los monarcas a los que sirvieron fielmente, debido a sus vínculos de parentesco.

Mapa con la situación geográfica de las principales tumbas

Desde principios de la dinastía XVIII los faraones decidieron abandonar la construcción de pirámides en la región de Menfis y ubicaron sus tumbas en Tebas. El tipo de tumba real también cambió pues ya no se trataban de pirámides sino de hipogeos excavados en las colinas del desierto del Valle, desligándose a su vez del lugar de culto, que ahora se realizaba en un templo por separado situado junto a la llanura aluvial. La razón del cambio era práctica, pues era mucho más difícil robar en las tumbas del Valle de los Reyes, ya que se mantenía en secreto su emplazamiento, y porque la zona estaba sometida a una estrecha vigilancia.

Y es que los reyes de todas las dinastías se hicieron enterrar con grandes ajuares funerarios que incluían anillos de oro, pectorales de oro, brazaletes de plata y lapislázuli, colgantes de turquesas y toda clase de tesoros inimaginables. Todo ello muy apetecible para los saqueadores de tumbas. Es por ello que se decidió buscar otra ubicación para controlar a los saqueadores.

En cuanto un faraón subía al trono, se reunía con su consejo y comenzaban los preparativos para la construcción de su morada para la eternidad. No sé sabe el motivo por el cual un rey escogía un lugar determinado del valle, pero nada se hacía al azar.

La muerte en Egipto siempre fue considerada como algo omnipresente y permanentemente unido a la vida diaria de los egipcios. Se tenía la necesidad de vencerla por medio de ritos para propiciar la resurrección de los muertos en el más allá. El rey tenía un especial protagonismo en estos rituales. Tras su muerte y el posterior proceso de momificación su cuerpo era depositado con todo boato en un monumento funerario que, normalmente, se componía del lugar de enterramiento propiamente dicho y del templo, construido en la orilla oeste del río, donde recibiría culto funerario por toda la eternidad.
Funeral egipcio de Frederick Artthur Bridgman (1877)

En la actualidad se conocen unas sesenta tumbas de los faraones del Imperio Nuevo. Sería Amenofis I quien, tras la expulsión de los ocupantes hicsos, eligió esta nueva necrópolis para los reyes, pero curiosamente no sería enterrado en ella. Tutmosis I, el tercer faraón de la XVIII dinastía (1505-1493) sería el primer habitante que reposaría en el Valle de los Reyes. Se cree incluso conocer el nombre del maestro de obras que concibió el plano del conjunto del Valle, un tal Ineni, de quien los textos dicen que fue un hombre recto, que sabía guardar los secretos de la casa real, y por ello eligió un paraje aislado donde excavar las sepulturas de los faraones.

El Valle de los Reyes estaba custodiado y prohibida su entrada a los profanos. Las tumbas eran dispuestas en secreto por un reducido equipo de artesanos iniciados que vivían en un aldea que les estaba reservada Dayr al-Madina, y dependían directamente del faraón y de su primer ministro. Arquitectos, escultores, pintores y dibujantes trabajaban casi clandestinamente, practicando sus propios ritos y educando a sus discípulos en su propia escuela.

La planta tipo de las tumbas es sencilla y se compone de una entrada, un corredor en pendiente, un pozo (en cuyo fondo se halla el agua del Nun, el océano de energía que rodea el mundo), salas con columnas y el panteón finalmente el panteón donde se deposita el sarcófago real. Existen variaciones de una tumbas a otras, pero lo esencial sigue siendo el recorrido simbólico que lleva de la luz exterior, la del mundo aparente, a la luz interior, subterránea, gracias a la cual el cuerpo de carne del faraón se convierte en el cuerpo simbólico de Osiris.

Ejemplo de tumba real egipcia

Los muros de las tumbas contienen inscripciones de diversos "libros funerarios reales". Los textos y representaciones proporcionan al rey un plano del más allá, le indican qué caminos debe seguir y el modo de evitar los peligros. El mundo subterráneo por el que transita está poblado por seres extraños, guardianes y símbolos. El Valle en realidad es un lugar de vida porque las moradas de los faraones, en vez de reducirse a meras sepulturas, son libros de enseñanzas, gracias a los jeroglíficos y a la imagen.

Entre los moradores del Valle de los Reyes están Amenofis II, la reina Hatshepsut, Tutmosis III, Ramsés III, Ramsés VI, Seti I (quizás la más bella de todas las tumbas) o Tutankamón, entre otros muchos.

Con la crisis económica que marcó el final del Egipto del Imperio Nuevo las tumbas reales del Valle empezaron a ser profanadas y saqueadas. Ante la gravedad de los hechos los sacerdotes se vieron obligados a desplazar varias veces las momias reales y a colocarlas en lugares más seguros como el templo de Dayr al-Bahari. Así, se puede decir que a comienzos del I milenio a.C. la mayoría de las tumbas del Valle habían sido abiertas.

En época ptolemaica viajeros griegos y romanos visitaron las tumbas reales de Tebas, bien se sabe por las numerosas inscripciones recordatorias que dejaron. Más tarde el Valle sería habitado por algunas comunidades cristianas que no respetaron el lugar. Con la invasión musulmana y su visión religiosa y política, consideró estos monumentos como algo ajeno a su mundo pero no los deterioraron.

Howard Carter examinando el sarcófago de Tutankamón (1922)


Desde entonces el Valle quedó sumido en el olvido hasta la llegada de la Expedición francesa a Egipto a finales del S. XVIII, que con la Comisión de las Ciencias y de las Artes a la cabeza, comenzó las exploraciones y estudios científicos del Valle de los Reyes. Y poco a poco fueron hallando las tumbas. El Valle se convirtió en el objetivo de científicos, viajeros y artistas. Sus maravillas fueron arrancadas para ir a parar a museos europeos. Y así hasta llegar a 1922, cuando el arqueólogo y egiptólogo Howard Carter descubrió la última tumba real del valle, la única sepultura que se había librado del saqueo y el pillaje mostrando así sus tesoros al mundo, y que no es otra que la célebre tumba de Tutankamón.

El Valle de los Reyes es una página fundamental de la historia y la espiritualidad que ha quedado grabada en la piedra. Aún quedan maravillas por descubrir, ya que hay tumbas reales aún no halladas. El Valle continuará, con el trabajo infatigable de los arqueólogos, mostrando sus tesoros.




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Referencias:
El Valle de los Reyes. Christian Jacq. Ediciones Martínez Roca.1998
Guía del Antiguo Egipto. Christian Jaq. Editorial Planeta. 2003.
El Antiguo Egipto. Barry J. Kemp. Editorial Crítica. 2003


27 abril, 2020

LA LEYENDA DE JASÓN Y LOS ARGONAUTAS

Jasón de Bertel Thorvaldsem (1803)
La leyenda de Jasón y los Argonautas cuenta la expedición que el héroe realizó en busca del tesoro del vellocino de oro. Sus aventuras tienen en la mitología griega el mismo valor educativo que otras aventuras y proezas llevadas a cabo por otros héroes y dioses ya conocidos. Para los antiguos griegos, la vida fue siempre un obstáculo cuya superación por la osadía, la inteligencia y el vigor de dioses y héroes era presentada como lección al juicio de los hombres.

Así, los sacrificios de Jasón para encontrar el vellocino de oro representan las pruebas y los sufrimientos que debe vencer todo mortal que aspira a un destino superior.

El padre de Jasón, Esón, había sido destronado como rey de Yolco por Pelias, tío de Jasón. Por ello, Jasón fue educado por el centauro Quirón, que habitaba en Pelión, morada que abandonó Jasón al alcanzar la mayoría de edad.

Y un buen día Jasón se presentó en Yolco, su ciudad natal, en medio de la plaza pública donde su tío Pelias se disponía a realizar un sacrificio en honor de los dioses. Jasón iba vestido de una manera extraña pues su cuerpo iba protegido por una piel de pantera y portaba una lanza en cada mano. Pero lo que más asombro causó entre la multitud fue que el muchacho tenía descalzo el pie izquierdo. Había perdido la sandalia en el fangoso río Anauro, cuando se compadeció de una anciana que suplicaba que la pasaran a la otra orilla del río, y a la cual portó a su espalda. Aquella vieja era nada más y nada menos que la diosa Hera disfrazada. Y es que Hera se la tenía jurada a Pelias desde que éste no le hiciera los sacrificios de costumbre, por lo que decidió castigarlo.

Y es que el oráculo había vaticinado al rey Pelias que debía desconfiar de aquel que se presentara un día con un sólo pie calzado. Y ese día había llegado.

Pelias intentó mantener la tranquilidad y empezó a cavilar cómo podía conjurar el peligro que representaba aquel joven si quería mantenerse en el trono.

Pelias, en un primer momento, simuló no reconocer a su sobrino, el cual tampoco dijo nada, limitándose a observarlo durante toda la ceremonia del sacrificio. Jasón desapareció durante cinco días y al sexto día se presentó en el palacio de Yolco reclamando el reino que legítimamente le pertenecía.

Jasón se presenta ante Pelias de Johann Friedrich Overbeck (1807)

Pelias, que había tenido tiempo durante todos estos años de urdir un plan para evitar que Jasón se hiciera con el trono, le dio como respuesta que el joven debía demostrarle que era digno de ocupar su lugar. Y para ello le impuso una prueba que, si era capaz de cumplir, bastaría para probar sus aptitudes como rey. Pero antes el usurpador Pelias le hizo una pregunta enigmática, una pregunta con trampa con la que perjudicar a su sobrino.

La pregunta fue la siguiente ¿Qué castigo impondrías a un hombre que conspirase contra su rey?. Sin titubear, Jasón le respondió que lo enviaría a conquistar el vellocino de oro (esas fueron las palabras que Hera puso en su boca)

El vellocino de oro era el toisón de un carnero milagroso sacrificado a Zeus por Frixo en agradecimiento porque el rey de Cólquide le había concedido la mano de la más hermosa de sus hijas, Calcíope. La testa del carnero era de oro y estaba clavada en un roble, en un bosque consagrado a Ares, el dios de la guerra.

Pues bien, Pelias ordenó a Jasón la misión de viajar a la lejana Cólquide, hallar el vellocino de oro y traérselo, sólo así lograría que le devolviera su trono en Yolco. Pelias creía que su sobrino no sería capaz de salir con bien de la difícil prueba porque el preciado vellocino estaba custodiado por un temible dragón que nunca dormía. Pero es que además Pelias sentía que era acosado por el espíritu de Frixo (que había huido para evitar que lo sacrificasen) el cual al morir se le negó el entierro adecuado, y según el Oráculo de Delfos, Yolco no prosperaría hasta que su ánima fuera conducida a su patria en una nave junto al vellocino de oro.

Mapa de la Argonaútica de Abraham Ortelius (1608)

Jasón envío emisarios a toda Grecia pidiendo voluntarios para emprender tamaña empresa. Pidió ayuda a Argo, hijo de Frixo, quien a su vez pidió consejo a la diosa Atenea, la cual les dijo que debían construir un navío muy resistente que fuera capaz de llevarlos hasta Cólquide. Jasón decidió poner a la nave el nombre de Argo en honor al hijo de Frixo.

Pero antes de embarcarse Jasón y sus compañeros ofrecieron un sacrificio al dios Apolo y los presagios se auguraron favorables.

La multitud despidió a los aventureros desde la playa de Págasas en Tesalia. Aunque uno de ellos, Idmón, sabía que ese sería su último viaje y que no regresaría, así interpretó él los presagios de Apolo.

Jasón y sus compañeros pusieron rumbo a la isla de Lemnos donde al arribar se encontraron una isla solo habitada por mujeres, ya que todos los hombres habían sido muertos por ellas mismas debido a una maldición que Afrodita lanzó a éstas. La maldición consistía en que los hombres vieran a sus mujeres como seres repugnantes por lo que fueron abandonadas por esclavas tracias. Las mujeres, despechadas, decidieron matar a sus maridos, y al no haber hombres no podían ser madres.

La llegada de los argonautas a Lemnos fue recibida con alegría por sus mujeres que vieron en su llegada la posibilidad de volver a engendrar. Y así fue.

De Lemnos, el Argo navegó hasta la isla de Samotracia, donde Jasón y sus compañeros se iniciaron en los misterios de Orfeo, el cantor olímpico por excelencia,  y luego siguieron viaje por el Helesponto  (estrecho de Dardanelos entre Europa y Asia) y llegaron a la isla de Cícico.

En Cícico su rey les acogió con hospitalidad y les ofreció un banquete en señal de amistad. A la noche siguiente los héroes zarparon para seguir su camino. Pero los vientos desviaron la nave, que antes de la salida del sol había vuelto a la isla de Cícico, aunque los argonautas no se dieron cuenta. Los habitantes de la isla tampoco los reconocieron y los tomaron por piratas, que con frecuencia asolaban las costas, y se entabló una dura batalla en la que el rey Cícico fue muerto por Jasón.

Con la llegada del amanecer, ambos bandos cayeron en la cuenta de su error y sobre el campo de batalla solo se escucharon lamentos y maldiciones. Al conocer la triste noticia la mujer de Cícico, desesperada, se suicidó. Y Jasón, apesadumbrado ordenó unos solemnes funerales en honor del rey Cícico, y antes de partir levantaron en la cumbre de un monte una estatua a la diosa Cibeles.

Siguiendo viaje una tempestad dirigió el Argo hasta las costas de Tracia y allí se encontrarían con el rey Fineo, que era hijo de Posidón y que padecía una terrible maldición impuesta por los dioses. Y es que las Harpías, seres mitad mujer y mitad ave, devoraban cualquier alimento que le pusieran por delante al infeliz Fineo que además era ciego, por lo que estaba a punto de morir de hambre.

Persecución de las Harpías de Erasmus Quellinus (1630)

Jasón sintió pena por el pobre Fineo y le prometió que le ayudaría sí le decía cuál sería el resultado de la expedición, puesto que Fineo poseía el don de la adivinación. Jasón pidió a sus compañeros Calais y Zetes que ayudaran al pobre y viejo rey, ya que al ser hijos del viento tenían alas con las que volaban muy rápidamente. El objetivo era perseguir a las Harpías por medio mundo hasta agotarlas y que prometieran dejar en paz a Fineo. Una vez que Fineo pudo comer y beber reveló a Jasón el futuro como gratitud. Les dio importantes indicaciones sobre la ruta a seguir en la siguiente etapa del viaje, y les advirtió que tuvieran cuidado con las temibles Rocas Azules. Si una paloma lograba pasar entre ellas debían seguirla, pero si no conseguía pasar entre las rocas lo mejor era abandonar la expedición pues los dioses no les serían propicios.

Cuando llegaron a las Rocas Simplégades, unas rocas que defendíasn la entrada del Bósforo, los aventureros soltaron una paloma como les había indicado Fineo y el ave logró pasar entre los peñascos fácilmente, pero en seguida éstos se cerraron por lo que los argonautas se vieron perdidos. Sin embargo, cuando la nave estaba a punto de tocar las rocas con su quilla éstas volvieron a abrirse y el Argo pudo terminar de pasar y seguir su viaje.

Al llegar al Ponto Euxino (Mar Negro) el primer puerto al que arribaron pertenecía al país de los mariandinos donde reinaba el rey Lico, el cual en seguida organizó una cacería para divertir a sus huéspedes. En esta cacería perdería la vida el argonauta Idmón al ser atacado por un jabalí, cumpliéndose así la profecía. Pero no sería el único, ya que la misma suerte corrió el piloto Tifis, que enfermó y murió.

Las Rocas Simplégades o Rocas Azules

Aunque tristes por la muerte de sus compañeros los argonautas siguieron viaje con la idea fija de volver triunfantes del mismo en homenaje de los compañeros muertos.

Continuaron por el río Termodonte, pasaron a orillas del país de las Amazonas y finalmente, tras una larga travesía por las costas del Cáucaso, llegaron a Cólquide.

Jasón le explicó a su rey, Eetes, el motivo de su viaje y éste le prometió entregarle el vellocino de oro si conseguía, sin la ayuda de nadie, ponerle el yugo a dos toros que exhalaban fuego y tenían pezuñas de bronce. Una vez superada la prueba tendría, además, que sembrar en un campo los dientes de un dragón. El héroe aceptó el reto.

Pero he aquí que Medea, hija de Eetes, se enamoró de Jasón y para conseguir su amor la astuta princesa le ofreció su ayuda, a cambio de que el héroe la hiciera su esposa y se la llevara a Grecia. Jasón aceptó su ayuda.

Medea le dió un bálsamo mágico con el que debía untar su escudo y su cuerpo antes de enfrentarse a los dos monstruosos toros, ya que poseía el poder de contrarrestar los efectos del fuego durante todo un día. Medea que además conocía bien las artes ocultas y la magia le confió a Jasón que los dientes del dragón generarían todo un ejército de guerreros que intentarían matarlo. Para evitarlo Jasón debía lanzar una piedra al centro del grupo con lo que conseguiría que los guerreros se atacaran entre sí y lo dejaran en paz.

Jasón y Medea de John William Waterhouse (1907)

Jasón comprobó que Medea tenía razón, pues tras conseguir poner los yugos a los toros, lanzó los dientes sobre los surcos hechos en la tierra y empezaron a brotar cientos de hombres que se lanzaron contra el héroe, el cual siguiendo los consejos de Medea, arrojó desde su escondite una piedra entre ellos y empezaron a enfrentarse entre sí hasta que no quedó nadie.

El rey Eetes, que no estaba dispuesto a cumplir su promesa a Jasón, intentó destruir el Argo y matar a los argonautas, pero no contó con la traición de su hija Medea, la cual gracias a sus conocimientos como hechicera consiguieron dormir al dragón que custodiaba el vellocino de oro y arrebatárselo.

Conseguido el toisón de oro Jasón y Medea huyeron a bordo del Argo, y aunque Eetes intentó perseguirlos pronto desistiría ya que Medea, dispuesta a todo con tal de marcharse con Jasón, no vaciló en matar a su hermanastro Apsirto que los acompañaba, dispersando sus miembros por el mar. Eetes quedó tan horrorizado por la acción de su hija que decidió cejar en su persecución.

La captura del Vellocino de Oro de Jean François de Troy (1742)

Zeus, enfurecido por el asesinato de Apsirto desvió al Argo de su ruta y lo encaminó hacia la isla de Ea donde reinaba Circe, la cual debía purificar a los argonautas, para que pudieran continuar el viaje.

Durante el largo viaje de regreso a Yolco la tripulación del Argo estuvo sometida a duras pruebas a manos del destino de las que salió victorioso.

Al llegar a Yolco cuenta la leyenda que Jasón entregó el vellocino de oro a su tío Pelias el cual le cedió su lugar en el trono del Yolco, donde reinaría muchos años junto a Medea.




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Referencias:
Robert Graves. Dioses y Héroes de la antigua Grecia. Editorial Tusquets (2015)
Robert Graves. Los Mitos Griegos II. Alianza Editorial (2011).



31 marzo, 2020

EL DOCTOR IGNAZ SEMMELWEIS "EL SALVADOR DE LAS MADRES"

Retrato de Ignaz Semmelweis
En estos últimos meses que el Covid-19 está golpeando a todo el mundo, un gesto tan sencillo y cotidiano como lavarse las manos se convierte en una de las medidas más eficaces y fáciles para tratar de combatirlo. Un gesto que hace más de 150 años puso en uso el médico húngaro Ignaz Semmelweis, que demostró que el hecho de que los médicos se lavasen las manos en el hospital evitaba la muerte de mujeres que daban a luz por las fiebres puerperales.

Aunque Semmelweis empezó estudiando Derecho en Viena, pronto cambió sus estudios a los de Medicina, su verdadera vocación, siendo alumno de celebridades médicas de la Viena de su tiempo. En 1939 regresó a su ciudad natal, Budapest, al inaugurarse la Escuela de Medicina, donde prosiguió su formación. Sin embargo, la enseñanza no le convencía y retornó a Viena, donde se licenció en Medicina y empezó a trabajar con Carl Von Rokitansky, que se dedicaba a infecciones quirúrgicas.

La realidad que observa en el hospital le hace reflexionar, aunque se sigue operando no se trata de saber verdaderamente por qué causas un enfermo sucumbe antes que otros en casos idénticos.

Con 28 años Semmelweis obtiene el doctorado en obstetricia y se convierte en asistente en la maternidad del Hospicio General de Viena.

En su época se consideraba que los aires nocivos eran la causa de las infecciones, entre ellas la sepsis puerperal. En 1795 se publican los primeros estudios que recomiendan lavarse las manos tras asistir a enfermas afectadas de fiebre puerperal antes de atender a nuevas parturientas. Así, a principios del S.XIX el doctor L.J. Boër empezó a aplicar normas higiénicas en la Maternidad de Viena consiguiendo reducir la mortalidad materna hasta el 0.9%. Sin embargo, su sucesor el doctor Klein, dejó de aplicarlas lo que tuvo como consecuencia un ascenso en la mortalidad hasta el 29.3%, es decir que moría una de cada tres mujeres atendidas durante el parto en el hospital.

El médico estadounidense Oliver Wendell Holmes ya publicó en 1843 un artículo en el que recomendaba a los médicos lavarse cuidadosamente, cambiarse de ropa y esperar al menos 24 horas antes de atender a otra parturienta si habían estado en contacto con una enferma de fiebre puerperal. La mayoría de médicos rechazaron el método propuesto por Holmes.

Semmelweis observó la alta tasa de mortalidad entre las parturientas. En el hospicio había dos salas de partos, dirigidas respectivamente por los doctores Klein y Bartch (una para enseñar a los estudiantes de Medicina y la otra para formar a las matronas). En la primera, la mortalidad en 1846 era aterradora con un 96%. Preocupado, comenzó a estudiar las diferencias entre ambos pabellones. Y se dio cuenta que el de Klein era muy frecuentado por los estudiantes de medicina, que atendían a las parturientas después de las sesiones de medicina forense. La sala de partos de Bartch era más utilizada por las comadronas y la mortalidad se disparaba cuando los estudiantes visitaban a las parturientas. El buen doctor Semmelweis no cerró los ojos a la incómoda realidad, tenía claro que la causa de la fiebre puerperal era que los estudiantes transportaban algún tipo de materia putrefacta desde los cadáveres hasta las mujeres. Así explicó un hecho en apariencia desconcertante como era que las mujeres que daban a luz en sus casas o en la calle tuviesen una tasa de mortalidad muy inferior al grupo de mujeres que parían en el hospital, sobre todo si en éste eran atendidas por los estudiantes de medicina. Semmelweis denunció que la fiebre puerperal era originada por las partículas de cadáveres adheridas a las manos de los estudiantes.

Imagen idealizada de la desinfección implantada por Semmelweis en Viena

El doctor Klein no estuvo de acuerdo con las conclusiones de Semmelweis y responsabilizó a los estudiantes, a los que acusó de brusquedad en la realización de los exámenes vaginales y acusó a los estudiantes extranjeros, sobre todo a los húngaros, vistos con mucha desconfianza en Viena. Así devolvía la acusación formulada por Semmelweis y reivindicaba su inocencia. Klein expulsó a 22 estudiantes, lo que no hizo que la situación mejorase. Semmelweis se desesperaba de impotencia al observar como se sucedían las muertes.

Ignaz Semmelweis decidió tomar medidas y en octubre de 1846 obligó a los estudiantes a lavarse las manos antes de examinar a las embarazadas. Sin embargo el doctor Klein en vez de apoyar esta medida tomó otra bien distinta y no fue otra que destituirle de su puesto.

Semmelweis tras su despido realiza un viaje por Europa y retorna a Viena, donde esperaba que el doctor Skoda le consiga una plaza en el hospital que dirige.

Su hipótesis se ve reforzada cuando fallece el profesor de anatomía Kolletchka, tras herirse durante una disección y morir de los mismos síntomas de la fiebre puerperal. La conclusión a la que llega es evidente, la causa de la enfermedad son los exudados de los cadáveres.

Gracias al doctor Skoda, Semmelweis es nombrado ayudante en la sala dirigida por el doctor Bartch. Su consigna al llegar allí es "lavarse las manos". Además solicita que los estudiantes de la sala de Klein pasen a la sala de Bartch, y lo que ocurre es que la mortalidad sube del 9% al 27%. Decide entonces preparar una solución de cloruro cálcico y obligar a que se laven las manos a los estudiantes que previamente hubieran trabajado en el pabellón de disecciones ese día o el anterior. Con ello la mortalidad desciende al 12%. Consulta los archivos de la Maternidad de Viena desde 1784 hasta 1848 y cruza los datos de partos, defunciones y tasas de mortalidad. Se da cuenta que él mismo es el causante de varias defunciones ya que en Junio de 1848 asiste a una mujer con cáncer de útero y a continuación realizó una exploración a cinco parturientas, muriendo todas ellas de fiebre puerperal. Al hacer que los estudiantes se laven las manos con la solución de cloruro cálcico la mortalidad cae a un 0.23%.

Gráfica en la que se observa el descenso de la mortalidad desde
que Semmelweis instauró el lavado de manos con cloruro cálcico

La demostración era irrefutable, pero inexplicablemente no le hacen caso, Semmelweis era un modesto médico húngaro que está acusando de suciedad y descuido a los prestigiosos médicos de la próspera y poderosa Viena. Se le acusa de haber falseado las estadísticas y de que su experimento es erróneo.

Mientras los médicos polemizan y se niegan a dar su brazo a torcer, las parturientas seguían falleciendo, a pesar de que el remedio era de lo más simple. Y aunque a Semmelweis le apoyan los doctores Skoda, Rokitansky, Hébra, Heller y Helm, prevalece la opinión del influyente Klein, por lo que el 20 de Marzo de 1849 es expulsado de la Maternidad.

Entonces Semmelweis se traslada a Budapest en plena insurrección contra los Habsburgo viviendo en condiciones penosas. Un amigo consigue que lo acepten en la Maternidad de San Roque de Budapest, donde redactaría, en 1861, su obra fundamental De la etiología, el concepto y la profilaxis de la fiebre puerperal, en la que expone sus teorías. Pero también en Budapest sus consejos higiénicos son ignorados, lo que le lleva a una depresión. En ese periodo redacta también una serie de pasquines incendiarios en los que carga contra sus colegas médicos que lo habían ignorado acusándoles abiertamente de "asesinos".

Tras estos hechos su ex compañeros le ridiculizan y le describen como un desequilibrado. Exasperado, se dedica a pegar carteles en Budapest advirtiendo a las embarazadas del riesgo que corren si acuden a los médicos.

Semmelweis acabaría siendo internado en una institución mental mediante engaños, donde tres médicos, ninguno de ellos psiquiatra, aprobaron su reclusión involuntaria. Y allí murió en 1865 a los 47 años, seguramente debido a los malos tratos que en el sanatorio mental recibió. La prensa médica a penas se hizo eco de su fallecimiento y tampoco hubo obituarios reconociendo sus méritos.

Monumento erigido a Ignaz Semmelweis en Budapest


Sin embargo, sobre su muerte circula una leyenda que dice que, en un arranque de locura, se cortó a sí mismo y la herida le produjo la temida fiebre contra la que combatió durante toda su vida.

El buen doctor Ignaz Philipp Semmelweis sería conocido más tarde como "el salvador de madres" y su teoría aceptada años más tarde cuando Louis Pasteur desarrolló la teoría de los gérmenes como causantes de las infecciones.




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Referencias:
Edward Jenner e Ignaz Philipp Semmelweis. Vacunas y antisépticos antes de la teoría microbiana
Ignaz Semmelweis, o cómo evitar contagios con tres palabras: lavarse las manos