31 diciembre, 2017

EL ORIGEN DE LA TRADICIÓN DE LAS DOCE UVAS EN NOCHEVIEJA

Las doce uvas de la suerte
Esta noche, y como todos los 31 de diciembre, cumpliremos con la tradición de comernos las doce uvas a medianoche ¿pero de dónde viene esta costumbre?

Se tiende a creer, erróneamente, que tal tradición tiene su origen en un excedente de producción de uva que fue aprovechado por los agricultores allá por el año 1909. Pero esto es algo poco probable teniendo en cuenta que en aquella época se tardaba varios días en llevar la uva desde sus lugares de origen (principalmente Alicante) hasta la capital madrileña. Otra razón para desmentir esa teoría es que la gente de entonces también era más reacia que ahora a adoptar costumbres nuevas, además de que la publicidad no era tan veloz ni alcanzaba a la mayoría de la población. No hay prueba documental que verifique que en la Navidad de 1909 hubiera uvas en demasía.

Pero sí hay pruebas de que las uvas son una tradición madrileña extendida después al resto de España y sus colonias. Lo más difícil es fechar el origen de la tradición.

Y así, ya en el periódico madrileño "La Iberia" del 1 de enero de 1893 se referían a esta costumbre de comer las uvas a las doce en punto para festejar el Año Nuevo. Se entiende así que ya antes de 1893 lo de las uvas era ya una costumbre, aunque no se ha podido encontrar referencias anteriores a ese año.

En 1894 varias publicaciones, todas madrileñas, hacen referencia al tema de las uvas devoradas a toda velocidad para tener suerte en el año venidero. Algunos periódicos se refieren al hecho como una nueva moda y otros parece que la dan por asentada desde hacía tiempo.

Así, el 1 de enero de 1894, el diario "El Imparcial" publicaba un artículo dedicado a esta tradición como una costumbre cuyo origen estaría en Francia, pero que había cruzado la frontera reimplantándose también en España. El artículo cuenta que hasta hacía poco tiempo eran pocas las personas que comían uvas el 31 de diciembre al sonar la primera campanada de medianoche, pero que ya era una costumbre generalizada y práctica "salvadora".

Reloj de la Puerta del Sol

Sin embargo, al día siguiente 2 d enero de 1894, en un artículo del diario "El Correo Militar" califica esta costumbre de imperecedera, así que no es fácil aclararse con el origen de esta tradiconal costumbre.

En el diario "La Correspondencia de España" se incluye también un artículo fechado asimismo el 2 de diciembre de 1894, en el que se dice que las uvas eran tres y que servían para pedir alegría, salud y dinero.

Lo de que fuera una moda copiada a los franceses tampoco es seguro, aunque sí se menciona en alguna fuente y es verdad que en aquella época todo lo que sonara a francés se convertía automáticamente en algo distinguido y original, y rápidamente copiado por las clases altas. Y así se recoge en el diario "La Dinastía" de Barcelona en un artículo del 13 de enero de 1894, que alude a que los parisinos elegantes felicitaban a sus parientes y amigos, al dar las doce, con besos y haciendo honor al tradicional racimo de uvas negras.

En España las uvas llegaban a Madrid con los turrones (lo más seguro desde el Vinalopó o Gijona como se escribía en la época) y se vendían durante las Navidades. Se combinaban con champagne en las casas ricas.

Ya en 1897 el tema de las uvas era tan común que se lo tomaban un poco a broma riéndose de las supersticiones y la creencia en la superchería de sus adeptos. Así se recoge en el diario "El Imparcial" en un artículo del 31 de diciembre de 1897:

Diario "El Imparcial" 31 de diciembre de 1897

Se resalta que las uvas eran baratas, por lo que no se hacía necesaria una supercosecha para ponerlas a disposición de las clases populares. Lo habitual en aquellos tiempos para celebrar el Año Nuevo era quedarse en casa, rezar con recogimiento y si acaso montar un teatrillo familiar jugando a los estrechos (Juego que tenía lugar en la víspera de Reyes y que consistía en emparejar por sorteo a un caballero con una dama, a la que debía servir durante todo el año) y leyendo los "motes para damas y galanes", que eran unas pequeñas obras de teatro humorísticas que se representaban entre amigos.

Pero la fiesta grande navideña, al menos en Madrid, era la noche de Reyes en la cual se salía de fiesta a engañar a algún asturiano o gallego recién llegado a la ciudad y el hacían creer que los Reyes Magos eran de verdad. Pero debido a los desmanes que ocurrían esa noche, en 1882 el ayuntamiento empezó a cobrar cinco pesetas (una barbaridad para la época) a todos los que quisieran ir de parranda por las calles madrileñas. De modo que los madrileños se quedaron sin festejos populares. Hasta que decidieron adoptar la moda de las uvas de una manera menos distinguida: comerse las uvas delante del reloj de la Gobernación de la Puerta del Sol. El mismo reloj que vemos en las retransmisiones televisivas de las campanadas, colocado en 1866.

Noche de Reyes en la Puerta del Sol. José Castelaro (1839)

Lo de copiar la toma de las uvas no queda del todo claro si fue por imitar a la clase alta o para burlarse de ella, porque parecen existir ambas versiones.

Lo que parece claro es que la idea gustó y los fruteros contentos ante la demanda empezaron a hacer publicidad de ello.

Hasta principios del siglo XX no quedó establecido el número de uvas en doce, que hasta entonces podían ser tres, seis o las que uno quisiera. Seguramente la fecha de 1909 coincide con la implantación nacional del uso de comerlas. En 1903 se habla por primera vez en prensa de la fiesta de la Puerta del Sol, y en 1905 la multitud era tal que se cerraron las calles adyacentes y hubo muchísimas quejas de vecinos. Durante algún tiempo la tradición de las doce uvas fue vista como algo pagano, supersticioso, anticristiano e incluso fruto del contubernio judeo masónico.

Que nadie se equivoque, ya saben:

Bajada del carrillón, los cuatro cuartos y las doce campanadas con sus correspondientes doce uvas.


¡¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!!!


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Referencias:
http://www.biscayenne.com/2015/12/las-uvas-de-nochevieja-historia-y.html



11 diciembre, 2017

FRAY LUIS DE LEÓN "COMO DECÍAMOS AYER...."

Fray Luis de León por Nicasio Sevilla
Un once de diciembre pero de 1576 era absuelto por la Inquisición, tras casi cinco años de encarcelamiento sin juicio, Fray Luis de León, poeta, humanista y religioso agustino de la escuela salmantina.

Fray Luis de León había nacido en Belmonte (Cuenca) en 1527 y era hijo de Lope de León y de Inés de Varela, contaba con orígenes judeoconversos tanto por parte de padre como de madre. Su padre era abogado y al obtener un cargo en la corte se establecieron en Madrid, cuando Luis de León contaba con cinco o seis años. Con el traslado de la corte a Valladolid toda la familia se desplaza hasta allí. En 1541 el padre, Lope de León, es nombrado oidor (juez) en la Chancillería de Granada y un nuevo desplazamiento familiar, aunque esta vez Luis que contaba con catorce años es enviado a estudiar a Salamanca, donde su tío Francisco de León, es catedrático de Leyes.

Pertenecía pues Fray Luis de León a una familia bien situada de juristas tanto en ejercicio práctico como en docencia, y por ello la intención de su padre era que su primogénito continuara la saga familiar. Pero Luis de León no tenía vocación de jurista sino religiosa, por lo que en 1542 ingresa en el convento de los agustinos de la ciudad salmantina.

Tras profesar en 1544, la vida de Fray Luis de León se centra en recibir la formación académica necesaria que le permita en el futuro acceder a la carrera docente universitaria. Cursa los estudios de Artes conformados por las materias de gramática latina, lógica, filosofía moral y natural, que le permitirían acceder más tarde a una titulación superior, en su época Teología, Medicina, Leyes y Cánones.

Fray Luis decide matricularse en la Facultad de Teología donde cursará sus estudios hasta 1551. Hasta ese momento compaginaría la formación académica con el ejercicio de la docencia en conventos de la propia orden, como los de Soria y Salamanca.

Convento de Salamanca

En Salamanca fueron sus profesores más destacados Melchor Cano (fraile dominico y teólogo) en la cátedra de Prima (llamada así porque se impartía a primera hora de la mañana) y Gregorio Gallo en la cátedra de Biblia. Otras materias se explicaban en la cátedra de Durando (el maestro de las Sentencias) y en la de Vísperas (por la tarde). El currículum salmantino se basaba sobre todo en la teología escolástica, basada en la lectura de Santo Tomás y sus comentaristas, más que en la llamada teología positiva, que se centraba en la explicación de los textos bíblicos. Quizás por ello fray Luis decidió completar sus estudios con un curso en la facultad de Teología de Alcalá, para escuchar las explicaciones del dominico fray Mancio del Corpus Christi y del cisterciense Cipriano de la Huerga en la cátedra de Biblia, lo cual sería clave en la orientación humanística de su aproximación a las Escrituras.

En 1560 fray Luis obtuvo los títulos de licenciado y de maestro en Teología, pudiendo así optar a la docencia universitaria. Se presenta ese mismo año mediante oposición a la cátedra de Biblia que había quedado vacante, que ocuparía finalmente Gaspar de Grajal. Y aunque las oposiciones a cátedras no estaban exentas de conflictos y rencillas entre los candidatos, fray Luis y Grajal se hicieron buenos amigos compartiendo opiniones en el claustro salmantino ante sus colegas. Ambos se vieron envueltos en procesos inquisitoriales, y el peor parado sería Grajal que murió en prisión.

Universidad de Salamanca

Fray Luis pasó por distintas cátedras de Teología, llegando a ocupar la cátedra de Santo Tomás en 1561 y la cátedra de Durando en 1565, y cuando ocupaba esta última, se produjo la denuncia y posterior prisión en las cárceles de la Inquisición entre 1572 y 1576.

El ambiente de crispación en la Universidad de Salamanca venía de lejos. A él contribuía el sistema de oposiciones a cátedras, en las que era decisivo el voto de los alumnos, con un enrevesado sistema de recuento en el que había que considerar no sólo el voto personal, sino la calidad del votante, es decir, el haber cursado más o menos cursos. Eran habituales los grupos de presión, los sobornos y fraudes. Además, la polarización en la Facultad de Teología entre agustinos y dominicos, opositando por las distintas cátedras solía generar rencillas personales.

A todo esto había que sumar que las famosas Juntas de Teólogos que a petición del Consejo de General de la Inquisición se llevaban a cabo en la ciudad de Salamanca para la realización de censuras e Indices de libros, puso de manifiesto la existencia de dos grupos claramente diferenciados. Por un lado estaban los Dominicos con una visión más conservadora y tradicional contrapuesta a las ideas progresistas y abiertas que defendían los Agustinos.

Aula de Fray Luis de León en la Universidad de Salamanca

En 1569 se inicia la comisión de teólogos presidida por el decano de la Facultad, Francisco Sancho, comisario del Santo Oficio, para examinar el texto de la Biblia de Vatablo (una nueva traducción de las Sagradas Escrituras realizada directamente del hebreo, en realidad se trata de una doble traducción al latín de las Sagradas Escrituras: la traducción Vieja en latín, que es la primera traducción al latín desde el hebreo y el griego -la Vulgata- y una segunda traducción o Nueva que contenía las nuevas ideas renacentistas con correcciones y una nueva interpretación) y su posible reimpresión por el librero salmantino Portonaris. Las reuniones derivaban con frecuencia en duros enfrentamientos entre fray Luis y León de Castro, profesor de griego en la Facultad de Artes y defensor de opiniones contrarias a las del agustino. Ponían en cuestión la autoridad de la Vulgata y de la traducción griega, frente al mejor conocimiento de los textos originales hebreos. De la misma opinión que fray Luis eran el catedrático de Biblia, Gaspar de Grajal, y el catedrático de Hebreo, Martín Martínez de Cantalapiedra.

Los tres catedráticos son denunciados por León de Castro y por el dominico Bartolome de Medina, siendo encarcelados en marzo de 1572. Las acusaciones a las que se enfrentaron eran graves. Unas trataban sobre cuestiones relativas a la autoridad de la Vulgata, y otras, referidas al sentido literal del cantar de los Cantares y la posibilidad de traducirlo al romance. Al fin y al cabo, el cuestionamiento profesional de una forma tradicional de entender la Teología.

Durante los cuatro años que dura el proceso (1572-1576) fray Luis se enfrentó con entereza (no exenta de momentos de miedo y flaqueza), denunciando la lentitud de la burocracia y la maldad de sus acusadores, la envidia y la mentira.

Retrato de Fray Luis de León por
Francisco Pacheco

Durante su encarcelamiento fray Luis escribe largos textos de argumentación teológica para su defensa, en los que se muestra convencido de su inocencia. En ellos se halla una concepción de la teología, más acorde con el espíritu humanista, puesto que el mejor conocimiento de las lenguas en que se han escrito los textos originales permitiría una mejor traducción de los textos bíblicos; además se tenía que contar con los problemas de la transmisión manuscrita, que había ido incorporando errores por la ignorancia de los copistas. Se pretendía iluminar los textos, pero todo ello era considerado herético. Era una tarea peligrosa de la que eran conscientes los tres docentes.

Finalmente el once de diciembre de 1576 Fray Luis de León era absuelto por el Consejo de la Suprema Inquisición. El catedrático Cantalapiedra aún tardaría unos meses en ser absuelto, y Grajal murió en prisión.

De vuelta a Salamanca se reintegra a la Universidad. Sus biógrafos señalan que fray Luis de León acostumbraba en sus años de docencia a resumir las lecciones explicadas en la clase anterior y por ello, al volver a la universidad en enero de 1577, retomó sus clases con la frase "Decíamos ayer...", como si nada hubiera pasado. Ocupó tras su regreso a Salamanca una cátedra extraordinaria de Teología, más tarde la de Filosofía Moral, y en 1579 oposita y gana la cátedra de Sagrada Escritura.

Portada de Los nombres de Christo (1595)

Alcanzada ya su meta académica se dedica a la creación literaria en latín y romance, traduciendo las obras poéticas de Horacio y salmos. Fray Luis hace carrera literaria y en 1583, se publica su primera gran obra en español y obra cumbre del Renacimiento De los nombres de cristo. En los años ochenta retoma la escritura de otro comentaruio bíblico, la Exposición del libro de Job, que le ocupará hasta el final de sus días.

Aún tendría Fray Luis un nuevo sobresalto con la Inquisición en 1582, por opiniones expresadas en un acto en la Facultad de Teología sobre la justificación y el libre albedrío, pero esta vez solo fue amonestado.

Fray Luis realizó trabajos para la Universidad salmantina que lo alejaron de la docencia como la reforma de los estudios de Gramática, reforma del calendario, el pleito sobre los colegios mayores, censuras de libros, etc.

Convento de Madrigal

La madre Ana de Jesús, sucesora de Teresa de Jesús al frente de las carmelitas descalzas, le encarga preparar para la imprenta las obras de la santa, publicadas en 1588.

En 1591, la salud del fraile agustino empeora, es requerido para presidir en agosto el capítulo de la Orden reunido en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) siendo elegido Provincial de la Orden, pero no realiza ninguna acción como tal pues fallece el 23 de agosto. Su cuerpo se traslada a Salamanca siendo enterrado en el claustro del convento de San Pedro de la Orden de San Agustín.

La figura de Fray Luis de León se convirtió en símbolo de la resistencia frente a un poder opresor representado en la Inquisición.


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Referencias:
http://www.cervantesvirtual.com/portales/fray_luis_de_leon/
https://bibliadevatablo.wordpress.com/fray-luis-de-leon-y-la-biblia-de-vatablo/