Las doce uvas de la suerte |
Se tiende a creer, erróneamente, que tal tradición tiene su origen en un excedente de producción de uva que fue aprovechado por los agricultores allá por el año 1909. Pero esto es algo poco probable teniendo en cuenta que en aquella época se tardaba varios días en llevar la uva desde sus lugares de origen (principalmente Alicante) hasta la capital madrileña. Otra razón para desmentir esa teoría es que la gente de entonces también era más reacia que ahora a adoptar costumbres nuevas, además de que la publicidad no era tan veloz ni alcanzaba a la mayoría de la población. No hay prueba documental que verifique que en la Navidad de 1909 hubiera uvas en demasía.
Pero sí hay pruebas de que las uvas son una tradición madrileña extendida después al resto de España y sus colonias. Lo más difícil es fechar el origen de la tradición.
Y así, ya en el periódico madrileño "La Iberia" del 1 de enero de 1893 se referían a esta costumbre de comer las uvas a las doce en punto para festejar el Año Nuevo. Se entiende así que ya antes de 1893 lo de las uvas era ya una costumbre, aunque no se ha podido encontrar referencias anteriores a ese año.
En 1894 varias publicaciones, todas madrileñas, hacen referencia al tema de las uvas devoradas a toda velocidad para tener suerte en el año venidero. Algunos periódicos se refieren al hecho como una nueva moda y otros parece que la dan por asentada desde hacía tiempo.
Así, el 1 de enero de 1894, el diario "El Imparcial" publicaba un artículo dedicado a esta tradición como una costumbre cuyo origen estaría en Francia, pero que había cruzado la frontera reimplantándose también en España. El artículo cuenta que hasta hacía poco tiempo eran pocas las personas que comían uvas el 31 de diciembre al sonar la primera campanada de medianoche, pero que ya era una costumbre generalizada y práctica "salvadora".
Reloj de la Puerta del Sol |
Sin embargo, al día siguiente 2 d enero de 1894, en un artículo del diario "El Correo Militar" califica esta costumbre de imperecedera, así que no es fácil aclararse con el origen de esta tradiconal costumbre.
En el diario "La Correspondencia de España" se incluye también un artículo fechado asimismo el 2 de diciembre de 1894, en el que se dice que las uvas eran tres y que servían para pedir alegría, salud y dinero.
Lo de que fuera una moda copiada a los franceses tampoco es seguro, aunque sí se menciona en alguna fuente y es verdad que en aquella época todo lo que sonara a francés se convertía automáticamente en algo distinguido y original, y rápidamente copiado por las clases altas. Y así se recoge en el diario "La Dinastía" de Barcelona en un artículo del 13 de enero de 1894, que alude a que los parisinos elegantes felicitaban a sus parientes y amigos, al dar las doce, con besos y haciendo honor al tradicional racimo de uvas negras.
En España las uvas llegaban a Madrid con los turrones (lo más seguro desde el Vinalopó o Gijona como se escribía en la época) y se vendían durante las Navidades. Se combinaban con champagne en las casas ricas.
Ya en 1897 el tema de las uvas era tan común que se lo tomaban un poco a broma riéndose de las supersticiones y la creencia en la superchería de sus adeptos. Así se recoge en el diario "El Imparcial" en un artículo del 31 de diciembre de 1897:
Diario "El Imparcial" 31 de diciembre de 1897 |
Se resalta que las uvas eran baratas, por lo que no se hacía necesaria una supercosecha para ponerlas a disposición de las clases populares. Lo habitual en aquellos tiempos para celebrar el Año Nuevo era quedarse en casa, rezar con recogimiento y si acaso montar un teatrillo familiar jugando a los estrechos (Juego que tenía lugar en la víspera de Reyes y que consistía en emparejar por sorteo a un caballero con una dama, a la que debía servir durante todo el año) y leyendo los "motes para damas y galanes", que eran unas pequeñas obras de teatro humorísticas que se representaban entre amigos.
Pero la fiesta grande navideña, al menos en Madrid, era la noche de Reyes en la cual se salía de fiesta a engañar a algún asturiano o gallego recién llegado a la ciudad y el hacían creer que los Reyes Magos eran de verdad. Pero debido a los desmanes que ocurrían esa noche, en 1882 el ayuntamiento empezó a cobrar cinco pesetas (una barbaridad para la época) a todos los que quisieran ir de parranda por las calles madrileñas. De modo que los madrileños se quedaron sin festejos populares. Hasta que decidieron adoptar la moda de las uvas de una manera menos distinguida: comerse las uvas delante del reloj de la Gobernación de la Puerta del Sol. El mismo reloj que vemos en las retransmisiones televisivas de las campanadas, colocado en 1866.
Noche de Reyes en la Puerta del Sol. José Castelaro (1839) |
Lo de copiar la toma de las uvas no queda del todo claro si fue por imitar a la clase alta o para burlarse de ella, porque parecen existir ambas versiones.
Lo que parece claro es que la idea gustó y los fruteros contentos ante la demanda empezaron a hacer publicidad de ello.
Hasta principios del siglo XX no quedó establecido el número de uvas en doce, que hasta entonces podían ser tres, seis o las que uno quisiera. Seguramente la fecha de 1909 coincide con la implantación nacional del uso de comerlas. En 1903 se habla por primera vez en prensa de la fiesta de la Puerta del Sol, y en 1905 la multitud era tal que se cerraron las calles adyacentes y hubo muchísimas quejas de vecinos. Durante algún tiempo la tradición de las doce uvas fue vista como algo pagano, supersticioso, anticristiano e incluso fruto del contubernio judeo masónico.
Que nadie se equivoque, ya saben:
Bajada del carrillón, los cuatro cuartos y las doce campanadas con sus correspondientes doce uvas.
¡¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!!!
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Referencias:
http://www.biscayenne.com/2015/12/las-uvas-de-nochevieja-historia-y.html
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