Excavación arqueológica de Pompeya en 1860 |
La arqueología desde siempre ha estado muy ligada a la Prehistoria, puesto que de dicho periodo histórico prácticamente solo se han conservado los restos materiales que produjo. Aunque los restos que estudia la arqueología pueden pertenecer también a épocas históricas posteriores a la invención de la escritura, ya que los restos materiales contienen mucha más información no sólo referente a la tecnología y economía sino también la referida a la organización social y al mundo simbólico y religioso.
Es lógico pensar que al igual que sucede hoy en día, también en épocas muy antiguas nuestros antepasados se encontraron con ruinas de poblados y objetos sobre el suelo, que pertenecerían a épocas pasadas. De hecho, se tiende a considerar la historia de la arqueología como la historia de los grandes descubrimientos. Hace tan solo un siglo y medio, las personas más cultas creían que el mundo había sido creado pocos milenios antes, y que todo lo que se podía conocer del pasado más remoto debía de buscarse en los textos de los primeros historiadores, sobre todo los del Próximo Oriente, Egipto y Grecia. No se tenía conciencia de que fuese posible ningún tipo de historia coherente de los períodos previos a la aparición de la escritura.
El hombre siempre ha especulado sobre el pasado, y la mayoría de las culturas tienen sus propios mitos de creación para explicar por qué la sociedad es como es. Y a su vez, la mayoría de las culturas han quedado fascinadas por las sociedades que las precedieron. En la antigüedad se desarrolló una curiosidad por las reliquias de sociedades pasadas y así, sabios e incluso dirigentes coleccionaban y estudiaban objetos del pasado.
Durante el Renacimiento, los príncipes y las gentes refinadas comenzaron a crear los llamados gabinetes de curiosidades, en los que artefactos singulares y antiguos se disponían de forma un tanto desordenada junto a minerales exóticos y toda clase de especímenes ilustrativos de lo que se denominaba "historia natural". En el Renacimiento también los eruditos comenzaron a estudiar y coleccionar las reliquias de la antigüedad clásica. Y en tierras más septentrionales, lejos de los centros de civilización de la Antigua Grecia y Roma, también empezaron a estudiar los vestigios locales de su propio pasado.
Traslado de la estatua de Ramsés II por G. Belzoni |
Fue en el S.XVIII cuando los investigadores más audaces iniciaron la excavación de algunos de los yacimientos más destacados. Pompeya, con sus impresionantes hallazgos romanos, fue uno de los primeros, aunque la excavación propiamente dicha no comenzaría hasta el S.XIX. Sin embargo, estos trabajos de excavación y los hallazgos que comportaban seguían una interpretación errónea al basarse en las referencias temporales de la Biblia, que insistía en la escasa antigüedad de la existencia humana.
No sería hasta mediados del S.XIX cuando la arqueología llegó a constituirse realmente y a ello ayudó el hecho de que Charles Lyell defendiera que los fenómenos geológicos antiguos eran similares a los actuales. Un descubrimiento sería fundamental para reconocer que el hombre tenía una antigüedad mayor a la que indicaba la Biblia, y fue el hallazgo en las canteras de grava del río Somme de artefactos humanos (bifaces) y huesos de animales ya extinguidos. Así, Boucher de Phertes lanzó la idea de que esto indicaba que la existencia humana se remontaba mucho antes al Diluvio Universal.
Estas ideas se avenían con los hallazgos de Darwin sobre la evolución, y su principio de la selección natural según la cual los individuos mejor adaptados al ambiente sobrevivirían y transmitirían hereditariamente sus cualidades ventajosas a su descendencia, y gradualmente las características de una especie cambiarían hasta el punto de surgir una nueva. Se sentaban las bases para buscar los orígenes del hombre en el registro material.
Hay que destacar un concepto que haría avanzar la arqueología más allá de la mera especulación sobre el pasado, se trata del Sistema de las Tres Edades creado por Thomsen, que proponía que las colecciones de materiales arqueológicos recuperados se dividieran entre la Edad de Piedra, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. Este sistema supuso que estudiando y clasificando los artefactos prehistóricos se podía llevar a cabo una ordenación cronológica y saber más de esos tres períodos históricos.
Christian Jurgensen Thomsen |
También la etnografía vino a ayudar a la arqueología, puesto que el estudio de pueblos y culturas presentes sirvió para entender mejor las del pasado.
A finales del S.XIX ya se habían desarrollado muchas de las ideas que sirven de base a la arqueología moderna, y en ello tuvo una gran importancia los grandes descubrimientos decimonónicos de antiguas civilizaciones tanto en Europa como América u Oriente Próximo. Ejemplos fueron las expediciones napoleónicas a Egipto, con el descubrimiento de la Piedra Rosetta que sería clave para comprender la escritura jeroglífica. Otros ejemplos fueron el desciframiento de la escritura cuneiforme, utilizada por muchas lenguas en la antigua Mesopotamia. En América, hacia 1840 se dieron a conocer las ciudades en ruinas de la antigua cultura Maya.
Si la Biblia había sido una de las principales fuentes de inspiración en la búsqueda de civilizaciones perdidas en Egipto y el Próximo Oriente, el poema homérico de la Ilíada fue el que impulsó a H. Schliemann a buscar la mítica ciudad de Troya, la cual identificó en Hissarlik, al oeste de Turquía. A pesar de que los métodos de excavación no eran los más adecuados, vistos desde una perspectiva actual, para la época eran los correctos, además demostró como se podía emplear la interpretación de la estratigrafía de un túmulo para reconstruir el pasado.
Grabado de Heinrich Schliemann en Troya |
Es preciso dejar constancia, al hilo de "los grandes descubrimientos" de que durante mucho tiempo la disciplina arqueológica únicamente sirvió de excusa académica para el expolio sistemático de los monumentos y de los objetos de la Antigüedad, ya fuera para su exhibición en colecciones nobiliarias o su incorporación a fondos museísticos.
Así pues, antes de finalizar el S.XIX, ya se habían establecido muchos de los rasgos que definirían la arqueología moderna, y se habían descubierto numerosas civilizaciones antiguas. A partir de entonces la arqueología se centraría en determinar secuencias cronológicas. Se trataba de fijar cronológicamente los materiales arqueológicos descubiertos mediante la descripción y correlación de secuencias culturales. Pero también se fue más allá, y así el arqueólogo Gordon Childe, se preguntaba por qué cambiaron o sucedieron las cosas en el pasado.
Tras la Segunda Guerra Mundial, las contribuciones científicas a la arqueología fueron decisivas. Destaca el campo de la datación que se benefició con el descubrimiento del Carbono 14 en 1949. Mediante la datación radiocarbónica los arqueólogos podían ya determinar,de forma directa, la edad de los yacimientos y de los hallazgos arqueológicos sin necesidad de recurrir a complicadas cronologías comparadas de culturas con áreas ya datadas por métodos históricos.
Cíclo del Carbono 14 |
Con la llamada Nueva Arqueología, que surgiría a finales de los sesenta, encabezada por el arqueólogo L.Binford, no se daba tanta importancia a la cronologia y hacían hincapie en el potencial que la evidencia arqueológica podía tener a la hora de investigar los aspectos sociales y económicos de las sociedades pretéritas. No sólo había que describir el pasado sino también explicarlo, preguntarse no sólo qué cosas ocurrieron en el pasado y cuándo, sino también por qué ocurrieron, en un intento de explicar los procesos de cambio.
Como hemos visto la arqueología ha ido evolucionando y, sí hace un siglo la arqueología era cosa de ricos, que especulaban sobre el pasado y realizaban costosísimas excavaciones, o de viajeros que aprovechaban sus viajes a lugares remotos para realizar estudios en su tiempo libre, en la actualidad la mayoría de los países tienen sus propios servicios históricos o arqueológicos, además de haberse constituido en un ciencia en sí misma.
-----------------------------------------------------------------
Referencias:
Arqueología. Teoría, Métodos y Practica. Collin Renfrew/Paul Bahn. Editorial Akal. 1998.
Teoría y Método de la Arqueología. Víctor M. Fernández Martínez. Editorial Sintesis. 1989.
No hay comentarios:
Publicar un comentario