26 agosto, 2016

LA GUERRA FRÍA SOBRE UN TABLERO DE AJEDREZ

Bobby Fischer- Boris Spassky
Hace unas semanas se estrenaba en los cines  la película "El caso Fischer" que narra la historia de la preparación y del legendario enfrentamiento por el campeonato del mundo de ajedrez entre el campeón de ajedrez norteamericano Bobby Fischer y el campeón soviético Boris Spassky. El duelo tuvo lugar en Reikiavik en el año 1972, en plena Guerra Fría, y que fue mucho más que un conjunto de partidas para conquistar un campeonato, prueba de ello es que captó la atención televisada de todo el mundo.

Aquella final de 1972 era diferente, era algo más que un encuentro entre dos grandes mentes, ya que por primera vez en la historia un ajedrecista estadounidense, un joven excéntrico llamado Bobby Fischer, había conseguido meterse en la final por la disputa del campeonato. Su candidatura fue una sorpresa porque el título había cambiado mucho de manos después de la Segunda Guerra Mundial, pero siempre bajo un denominador común: desde 1948 el campeón era soviético. La Unión Soviética había convertido al ajedrez en deporte nacional, un juego del que Lenin había sido un apasionado, produciendo una larga serie de jugadores que monopolizaron el título mundial de forma ininterrumpida durante más de veinticinco años. En la otra parte del tablero se situaba Boris Spassky, el más reciente representante entonces de la imbatible escuela soviética, y que había aprendido a jugar al ajedrez a los cinco años en un tren mientras su familia era evacuada de San Petersburgo, en plena 2ª Guerra Mundial.

El talento de Fischer le hizo ser campeón de ajedrez de Estados Unidos en ocho ocasiones. Su ímpetu juvenil, su autoconfianza y un carácter propenso al conflicto le llevaron pronto al antagonismo con los soviéticos, que acostumbraban a copar las victorias en los mejores torneos internacionales. No en vano, para los soviéticos el ajedrez era una forma de mostrar su superioridad intelectual sobre Occidente, y además encajaba con los ideales de la URSS porque era una actividad gratuita que demostraba capacidad de análisis y era accesible para todos. Por su parte Boris Spassky (que años después desertaría a Francia) recibía por entonces el afecto de sus compatriotas, su país lo mimaba por sus resultados. Y además, el gran campeón ruso nunca había perdido una partida contra Fischer.


Aspirantes al campeonato Mundial de ajedrez de 1972
Llegó el momento, julio de 1972, pero llegaba con polémica. El mundo estaba dividido en dos y así se repartieron las afinidades mundiales entre ambos ajedrecistas. Fischer tensaba la situación con sus constantes quejas y exigencias porque se negó a jugar si no se incrementaba la bolsa de premios, situación que no se resolvió hasta que el millonario inglés James Slater, gran aficionado al ajedrez, dobló la cantidad dejándola en 250.000 dólares de premio para el ganador. Pero el jugador americano seguía con sus extravagancias porque cuando no se quejaba de la iluminación de la sala se quejaba del tipo de tablero, del modelo de piezas escogidas o de la posición de las cámaras de televisión (tan excepcional evento iba a ser retransmitido al mundo entero). Semejante sucesión de protestas y demandas se sucedían ante la paciencia infinita del mucho más calmado Spassky, que intentaba quitarle hierro al comportamiento de Fischer, aunque con sus constantes requerimientos conseguía imponerse en el llamado "juego psicológico".

Por fin comenzaba el torneo el 11 de julio, con retraso de Fischer incluido, y esa primera partida la perdió el jugador americano que cometió un error de principiante. A la segunda partida Fischer ni se presentó, alegando que no quería cámaras de televisión en la sala, y ante el desplante se le dio la partida por perdida. La cosa se ponía fea porque parecía que el torneo se encaminaba a la derrota por nueva incomparecencia de la estrella americana. Se vivieron horas surrealistas porque el campeón Fischer reservó billetes en todos los vuelos para salir de Finlandia y la CIA vigilaba las carreteras para evitar su fuga. Y la KGB, mientras tanto presionaba para evacuar a su jugador e incluso envió un psiquiatra para convercer al jugador soviético. Pero finalmente quien dio facilidades para la continuación del campeonato sería el campeón Spassky quien, dando muestras de una gran deportividad ( y una gran paciencia) accedió a jugar la tercera partida en una sala más pequeña, donde ni las cámaras ni el público molestaran al jugador americano. Esa tercera partida cambiaría el curso del campeonato mundial porque Fischer la ganaría e iniciaría una remontada imparable que culminaría con su victoria final.

Bobby Fischer y Boris Spassky disputando el mundial de ajedrez

A su regreso a Estados Unidos Bobby Fischer fue recibido como un héroe de guerra. Había dado un triunfo simbólico a su país. Por su parte, Boris Spassky recibió las críticas de las autoridades soviéticas siendo arrinconado. Como él mismo reconocería fue un error psicológico ceder ante todas las pretensiones de su adversario.

Y así terminó la primera batalla de la Guerra Fría en torno a un tablero de ajedrez. Dos inteligencias sobrehumanas volcadas en una contienda ajedrecística en pos de la supremacía mundial de sus respectivos países, dos superpotencias que por entonces se disputaban el dominio del mundo.

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Referencias:
http://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20120901/54322257960/ajedrez-campeonato-mundial-1972.html
http://abcblogs.abc.es/poker-ajedrez/public/post/spassky-fischer-40-anos-de-la-mejor-batalla-de-la-guerra-fria-13105.asp/


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