04 septiembre, 2019

LA BELLE ÉPOQUE: LA CALMA QUE PRECEDIÓ A LA TEMPESTAD

Litogrfía de Alphonse Mucha (1897)
La Belle Époque es una expresión que surgió tras la Primera Guerra Mundial y que designaba, en Europa, al periodo comprendido entre el final de la Guerra Franco-Prusiana y el estallido de la Gran Guerra de 1914. Durante este período de paz en Europa hubo diversos avances científicos, tecnológicos, sociales y económicos que influyeron a "embellecer" el pasado europeo anterior a 1914.

Fue un tiempo marcado por un aparente cese de hostilidades bélicas, aunque la realidad es que surgieron conflictos a causa del imperialismo colonial. Pero esa rivalidad de las potencias europeas obligaba a guardar un equilibrio de poder que impediría un conflicto armado durante unos años.

Durante la Belle Époque hubo un avance significativo de la industrialización y una expansión económica importante. Países como Gran Bretaña, Suiza, Francia, Alemania o Suecia, entre otros, dieron pasos de gigante en su desarrollo industrial. Otros países fuera de Europa que también tuvieron un fuerte impulso económico e industrializador fueron Estados Unidos y Japón. Los países del sur de Europa quedaron descolgados del avance industrializador y económico, y sólo puede hablarse de zonas o regiones industrializadas dentro de países como España, Portugal o Italia. La economía empezaba a "globalizarse" debido a que la expansión europea hacía posible el contacto entre países muy lejanos entre sí. La producción masiva de materias primas quedaba a cargo de las colonias o estados periféricos y Europa y Estados Unidos se especializaron en la producción industrial. Los avances en los transportes con el ferrocarril y el buque de vapor había hecho que los costes se redujeran drásticamente y que las mercancías de toda especie pudieran recorrer distancias larguísimas.

Durante esta época con el ascenso de la burguesía aparece una economía de consumo que alienta la posibilidad de progreso y de mejora. Y así, el desarrollo de las actividades industriales y comerciales junto a las nuevas técnicas de cultivo hacen soñar con bienes de consumo hasta ahora reservados sólo para unos pocos.

Pero este ambiente de optimismo no fue igual para todos, las desigualdades sociales seguían existiendo. Aunque cada vez más gente abandonaba la vida rural en sus pueblos natales y se dirigían a trabajar a las fábricas de las ciudades, el sector agrícola seguía siendo la base del continente. Además, las diferencias entre unos países y otros (los países periféricos, del sur de Europa que no registraron los mismos niveles de industrialización que las grandes potencias europeas) favoreció un proceso migratorio hacia América en busca de mejores posibilidades y con el sueño siempre presente de hacer fortuna. Por tanto, las visitas al hipódromo, las citas en los restaurantes de moda, la sobremesa en las terrazas de los cafés, las galerías de arte, las noches en el teatro o el cabaret, estaban reservadas únicamente para la clase alta y una burguesía mucho más adinerada y ambiciosa que en el pasado.

Un soir de Grand Prix au pavillon d'Armenonville de Henri Gervex  (1905)


Los progresos de esta época, visibles sobre todo en las grandes ciudades, difuminaban no obstante dichas desigualdades.

El desarrollo industrial conllevó una mejora del nivel de vida en general, y en particular en las grandes ciudades. Hubo progresos en la medicina, destacando la aplicación de vacunas y las mejoras de higiene en los hospitales.

En estos años el poder y el impacto de la prensa en la sociedad era indiscutible. El crecimiento imparable de las ciudades, el aumento de la alfabetización y la aparición de nuevos grupos sociales favoreció el "boom" de las comunicaciones. Por ejemplo, en Paris (la ciudad de la Belle Époque por antonomasia) contaba con 70 periódicos y se vendía un ejemplar por cada seis o siete habitantes. Aparejado con esto el nacimiento de la conciencia política y la opinión pública llegaron de la mano, y con ellos el movimiento obrero, los trabajadores se organizaban en sindicatos y se consolidaban los partidos políticos de tendencia socialista movilizados en la lucha por la igualdad de derechos.

Y en la prensa de la época empezaba a tener un espacio destacado la publicidad (no eran raros los anuncios de lociones para el cabello, de moda o medicamentos por poner un ejemplo). Pero también tenía cabida en los periódicos la cultura, y así en algunas publicaciones se incluían por fascículos novelas de autores tan conocidos como Emilio Salgari o Tolstoi. En  estos años surgieron también las revistas dirigidas al público femenino.

Una mención destacada merece el cinematógrafo, una invención de los hermanos Lumiére en 1895 y que supuso todo un fenómeno social. En un principio las proyecciones eran itinerantes y se realizaban en cafés, ferias o teatros, tenían una duración corta y un carácter marcadamente popular. Luego llegarían Léon Gaumont o los hermanos Pathe, que abrieron salas de cine por toda Europa. Como ejemplo de la importancia que se daba al cine en aquellos años de la belle époque, basta mencionar que uno de los cines más famosos de la época fue el Gaumont Palace de Paris, inaugurado en 1911, y que contaba con un aforo de 3.000 espectadores.

El deporte se empezaba a hacer un hueco como forma de entretenimiento,y así los ingleses jugaban al fútbol, al tenis o al golf, exportándolos fuera. En Francia se popularizaría el ciclismo (la primera edición del Tour de Francia tendría lugar en 1903) y la esgrima. La constatación del auge del deporte fue la celebración de los Juegos Olímpicos de la era moderna en 1896, inspirados en los de la antigüedad.

Etapa del Tour de Francia de 1903


Fue una época marcada por la idea de consumo y en ello jugaron un papel preponderante los grandes almacenes, todo un símbolo de los nuevos tiempos. Como muestra ahí estaban las Galerías Lafayette de París, los también parisinos almacenes Dufayel, los londinenses Harrods o los moscovitas Muir&Mirrilees.

Al hablar de la Belle Époque nos vienen a la cabeza mujeres con elegantes vestidos, largos y ceñidos a la cintura (bajo el cual destaca el uso del incómodo corsé) con tocados y sombrillas, destacando la llamada Chica Gibson, un personaje de caricatura que representaba el ideal femenino, y los hombres ataviados con traje, sombrero y bastón y siempre pendientes de sus negocios.

Fueron años en los que tanto la tecnología como la ciencia tuvieron un gran avance. En 1876 había llegado el teléfono, en 1879 las bombillas, y en 1887 aparecía el motor diésel. La electricidad y los combustibles fósiles como el petróleo movían el mundo.

En 1.900 París celebraba su Exposición Universal (se venían celebrando desde la segunda mitad del S.XIX) mostrando en sus pabellones todos los avances y el poderío de la época. Las Exposiciones Universales eran una forma de comparar los progresos de la industria de los diferentes países. Estas exposiciones, como la de 1889 y 1900 simbolizaban el espíritu de la Belle Époque. Paris era entonces el centro del mundo, una ciudad cosmopolita, aristocrática, donde reinaba la libertad de imaginación y el refinamiento gastronómico, una arquitectura fantástica y un arte y una literatura extravagantes en todo su esplendor.

Exposición Universal de Paris de 1900/ Le Chateau d'eau y plaza


En el terreno artístico, irrumpe la estética modernista con su inspiración en la naturaleza, el uso de la asimetría, la estilización, su gusto por lo exótico y la tendencia  al uso de imágenes femeninas. Así, por ejemplo Gustav Klimt con algunas de sus obras ruborizaba a la sociedad de entonces al mostrar con naturalidad el deseo femenino. La mujer aún tenía un papel asociado directamente a mantener el orden moral aunque iba ganando terreno en su lucha por tener un lugar en el mundo, al reivindicar su derecho la voto, o al inmiscuirse en asuntos que por entonces eran privilegio de los hombres.

Artisticamente hay que mencionar también el Cubismo, el Expresionismo (con su deformación de la realidad que daba más importancia a la expresión de los sentimientos que a la descripción objetiva de la realidad)  o el Futurismo (que intenta captar la sensación del movimiento) que representaban una ruptura con la tradición. Sería en el Salón de Otoño de París en 1905 cuando, tras presentarse la obra de Henri Matisse y André Deráin, el famoso crítico de arte Louis Vauxcelles, espantado diría "Dontello parmi les fauves" (Donatello entre las fieras). De esta manera surgía el Fauvismo que destacaba por el uso provocativo del color.

Destacar la aparición del concepto del psicoanálisis, práctica terapéutica fundada por el neurólogo austriaco Sigmund Freud en 1896 como forma de tratar los problemas de la mente humana.

En lo referente a la ciencia en París, como no, trabajaban en su laboratorio unos incansables Pierre y Marie Curie, que serían galardonados con el Nobel de Física en 1903 (Marie Curie obtendría el Nobel de Química, unos años más tarde, en 1.911). Mientras tanto el alemán Albert Einstein ultimaba su Teoría de la Relatividad en Berna.

La Belle Époque fue tecnológica, artística, intelectual y socialmente una época insuperable. El período de paz y progreso llegaba a su fin con el estallido de la Primera Guerra Mundial en julio de 1914. Los inventos maravillosos gestados durante estos años gracias al desarrollo tecnológico, perdieron su imagen mágica cuando fueron utilizados para matar. La Belle Époque fue tan solo un espejismo, la calma que precedía a la tempestad.


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Referencias:
Breve historia de la Belle Époque. Ainhoa Campos Posada. Nowtilos. 2017.
1914 De la Paz a la Guerra. Margaret McMillan. Editorial Turner. 2013.
La Era del Imperio 1875-1914. Eric Hobsbwm. Editorial Crítica . 2001


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