Soldados de la Primera Guerra Mundial bebiendo tras una victoria |
Según Lukasz Kamienski, autor del libro "Las drogas en la guerra", ya los griegos y romanos bebían vino hasta embriagarse antes de entrar en combate, y así las legiones de Roma utilizaban el ardid de emborrachar al enemigo para reducir su capacidad de reacción. Incluso era común que cada soldado recibiera varias raciones extras de alcohol antes de combatir a modo de "coraje líquido" y también se utilizaba como forma de salario para pagar sus servicios.
Pero incluso antes, cuenta Homero que en la guerra de Troya los héroes griegos ahogaban en la "bebida del olvido" que no era otra cosa que opio, la pena y el dolor por los compañeros caídos.
Y los vikingos parecían insensibles a todas las heridas e inmunes a todos los golpes cuando entraban en estado berserker, que no era sino el efecto del consumo de hongos. Los guerreros incas eran capaces de combatir sin fatiga durante días gracias a las hojas de coca.
Berserker o guerrero vikingo |
El ron era el alcohol al que recurrió el ejército británico en el siglo XVIII para levantar su imperio, el vino para los franceses, la cerveza para los alemanes o el vodka para los rusos, fueron las sustancias más consumidas por las tropas.
Para Kamienski, el alcohol además de avivar el coraje, también era una fuente de calorías y cuando hace frío ayuda a tener más energía.
Pero también los militares tomaban contacto con otras drogas en los países a los que eran destinados, y que luego exportarían cuando retornaban a sus hogares estableciéndose flujos de consumo. Es el caso del hachís y el ejército napoleónico en sus campañas en Egipto.
Los franceses descubrieron esta droga que se usaba habitualmente en el país para fumar o cocinar. Pero las tropas francesas comenzaron a consumirla masivamente con el resultado directo de un comportamiento indolente y bajo rendimiento. Es por ello que Napoleón prohibió el consumo de hachís no sólo entre los soldados sino también entre la población egipcia, pero la prohibición no surtió efecto y supuso una injerencia colonial en las costumbres locales.
Cuando los soldados franceses volvieron a Francia llevaron consigo cantidades de hachís y continuaron consumiéndola, popularizando esta droga sobre todo en los círculos bohemios y las élites artísticas de Paris que extendieron su consumo al resto de la sociedad.
También destacó la utilización generalizada de la morfina y el opio con fines médicos durante la Guerra de Secesión americana (1861-1865). Antes del descubrimiento de la penicilina se recurría a ambas sustancias como un tratamiento universal mágico por su poder analgésico para paliar el dolor de las amputaciones causadas por las nuevas armas de fuego. El uso médico terminaría por provocar una auténtica adicción por la morfina.
Ya en la Segunda Guerra Mundial, el Tercer Reich combatió duramente la toxicomanía, pero aplicó un doble rasero, porque se aplicó a la población en virtud de la preservación de la raza aria, pero sin embargo, numerosos jerarcas nazis como Goebbels o Göering eran consumidores de morfina.
E incluso el propio Hitler estaba enganchado a un cóctel de fármacos y sustancias psicoadictivas, que le inyectaba su médico personal y que usaba para enardecerse en sus multitudinarios discursos.
De hecho la farmacología desempeñó un papel fundamental, pero muchas veces silenciado, en el esfuerzo de guerra alemán, sobre todo en sus fases iniciales. De hecho, la extraordinaria velocidad y maniobrabilidad de las tropas y tanques nazis en la guerra relámpago (Blitzkrieg) se achacan en parte a la metanfetamina, comercializada bajo el nombre de Pervitin, y que era suministrada por los propios mandos a los soldados en 1940. Estas pastillas "energéticas" convertían a los nazis en máquinas de matar. Se distribuían a través de tabletas de chocolate aunque con frecuencia los militares de la Wehrmacht, sobre todo pilotos y tanquistas, recibían inyecciones intravenosas, y en algunos casos están documentados episodios de alucinaciones colectivas.
Metanfetaminia suministrada a los soldados |
Pero el ejército alemán no fue el único que recurrió a las drogas durante la Segunda Guerra Mundial, considerada como el primer conflicto en el que la distribución se hizo masiva y popular. Los norteamericanos comenzaron a producir de forma habitual la benzidrina (un tipo de anfetamina) desde 1942, una sustancia de uso cotidiano como descongestionante nasal, pero que militarmente se utilizaba para combatir el cansancio e incrementar el nivel de atención. Pero también el ejército soviético, británico y japonés, todos hicieron uso de estupefacientes.
La Guerra de Vietnam fue otro escenario en el cual el uso de todo tipo de drogas estuvo totalmente permitido. Esta guerra es considerada la primera guerra farmacológica real ya que los soldados consumían desde alcohol, marihuana, heroína, LSD, opio o barbitúricos, todo lo que cayera en sus manos, puesto que Vietnam se convirtió en una paraíso de las drogas.
El consumo de este tipo de drogas se debía a la dureza de las condiciones en la selva, los soldados norteamericanos intentaban así evadirse de un entorno aterrador y hostil, en el que sufrían el acoso continuo del Vietcong y enfermedades tropicales como la malaria y la disentería. Aunque también se les prescribía metanfetaminas como depresores y drogas psicoactivas para prevenir crisis mentales y ataques de ansiedad.
Hay que destacar que históricamente las autoridades no estaban seguras al cien por cien de que este tipo de sustancias fueran adictivas, pero en el caso de que lo hubieran sabido con certeza lo que importaba en la guerra era que los soldados avanzasen y fueran funcionales,es decir, que ganaran la guerra.
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Referencias:
http://www.rtve.es/noticias/20171106/lukasz-kamienski-guerra-vietnam-fue-paraiso-drogas/1632917.shtml
http://www.abc.es/cultura/libros/abci-vikingos-colocados-hongos-metanfetamina-nazi-drogas-secretas-historia-201711010158_noticia.html
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