17 septiembre, 2017

CLEOPATRA, LA ÚLTIMA REINA DE EGIPTO

Cleopatra. John Wiliam Waterhouse (1888)
Cleopatra ha pasado a la historia como la última representante de una larga dinastía de faraones de origen griego (la dinastía ptolemaica descendiente de Ptolomeo Lagos, amigo personal y lugarteniente de Alejandro Magno). Al tratar la figura de Cleopatra se olvida con facilidad que fue la reina de un estado que albergó uno de los centros culturales más importantes del Mediterráneo antiguo, tampoco se ha valorado su labor como gobernante, pero sí se recuerdan los episodios amorosos que forjaron su leyenda.

Y así, tanto artistas como historiadores, hasta no hace muchas décadas, al tratar su figura se observa la repetición de juicios, impregnados de cierta animadversión, porque en el fondo también existen sobre Oriente y el poder en manos femeninas.

Cleopatra VII Nea Thea Philopator (la que ama su patria) vivió hace más de dos mil años. Fue odiada como paradigma de la irrupción de lo oriental y como corruptora de los varones más ilustres de Roma. Se convirtió en el símbolo del poder femenino y de la pasión amorosa. Personificó la riqueza de Egipto, del Nilo y de Alejandría, y estuvo vinculada con los hombres más celebres de su tiempo. Las relaciones que mantuvo con Julio César y Marco Antonio respondieron a motivaciones políticas, y con el único fin de preservar la independencia del reino que ella gobernaba. Identificada desde siempre con la seducción, el placer, la pasión, la frivolidad y la manipulación, se olvidan otras cualidades de esta legendaria reina, porque Cleopatra poseía una amplia y rica cultura (hablaba ocho idiomas entre ellos el griego, el egipcio, latín y arameo) leyó y estudió las obras de autores grecolatinos como Homero, Hesíodo, Píndaro, Eurípides, Heródoto, Tucídides y Demóstenes.Además Cleopatra se ganó el respeto de su pueblo por ser la única de su dinastía que aprendió el egipcio. Pero también estudió aritmética, geometría, medicina, música y canto. Destacó, así mismo, por sus dotes como soberana y estadista, y su notable capacidad como madre.

Su reinado (69 a 39 a.C.) fue convulso. Cleopatra intentó devolver la estabilidad y el esplendor a un país extenuado por sangrientas revueltas palaciegas, la corrupción y el descontento social. La reina buscó rehacer un imperio que, controlado desde Alejandría, había llegado a incluir numerosos territorios del Mediterráneo oriental, interponiéndose así en el camino de Roma por la supremacía en esta zona, el choque sería inevitable. Tres destinos encarnados en César, Marco Antonio y Octavio se cruzaron con el de la reina.

Busto de Cleopatra. Altes Museum de Berlín

El padre de Cleopatra, Ptolomeo XII, fue un faraón polémico y oportunista que fue expulsado del país por la clase política y el pueblo de Alejandría, y que recurrió (como venía sucediendo generaciones) al Senado para recuperar el trono, lo que convertiría Egipto en un protectorado romano. Con la muerte de Ptolomeo en el 51 a.C. Roma sería la garante de cumplir su testamento que no era otro que el reconocimiento de la nueva pareja real formada por sus hijos Ptolomeo XIII y Cleopatra VII, que contaban con 10 y 18 años. Esta decisión era legal puesto que el matrimonio entre hermanos, primos o hijos, era una práctica repetida desde el inicio de la dinastía con la que se pretendía garantizar la divinidad de la familia real. La unión entre ambos hermanos sería más bien ritual en aras de asegurar el orden.

La reina consiguió conservar el poder frente a su hermano, consiguió el apoyo de la capital prioritario en el destino de sus gobernantes, y el del clero, ante el que actuó dentro de la más pura tradición egipcia.

La presencia de mujeres en el trono de Egipto fue una situación inusual que se produjo pocas veces, aunque desde sus orígenes algunos miembros de la realeza femenina ejercieron un papel político y religioso muy destacado en calidad de esposa o madre del rey. Ejemplos de ello fueron Nitocris, Nefertari o Nefertiti. Pero Cleopatra no se basó en ellas sino en las reinas ptolemaicas. Estas, a la sombra del museo y biblioteca de Alejandría, debieron de ser una excepción dentro del mundo  griego por su buena instrucción, normalmente reservada a los herederos. Cleopatra fue la heredera de una saga de enérgicas reinas que acumularon un gran poder frente a una mayoría de reyes varones con fama de débiles y dóciles. No es raro encontrarlas representadas en los templos, y muchas de ellas protagonizaron golpes de estado, implicadas en intrigas y asesinatos de maridos e hijos.

Cuando los Ptlomeos de llegaron a Egipto adoptaron el modelo de realeza faraónica, pero también incluyeron elementos de la realeza helenística, que concedía una importante posición a sus mujeres. Esta influencia griega la conservarían durante generaciones a través de los matrimonios consanguíneos.

Aunque la identidad de su madre es un misterio, se tiende a pensar que fue una aristócrata macedonia de la capital, y no tanto la hija de una mujer perteneciente a la familia de los sumos sacerdotes de Menfis. De lo que no cabe duda es que era una hija legítima, porque de lo contrario las crónicas romanas no hubieran dejado pasar este hecho.

Muerte de Cleopatra. Pierre Mignard (1635)

La muerte de Cleopatra también está rodeada de misterio, aunque no se duda de su suicidio se tienen dudas sobre como lo llevó a cabo. La versión más extendida es que fue mordida por una serpiente. Cleopatra quiso evitar de esta manera convertirse en esclava de Roma, pues Octavio quería humillarla haciéndola desfilar encadenada durante la celebración del triunfo ante la mirada y burlas del pueblo romano.

A la figura de Cleopatra se le ha privado de relevancia histórica haciendo primar la leyenda y el mito. De esta manera, su figura es conocida a través de un retrato hostil que se ha mantenido hasta época contemporánea. Pero la realidad es que era una reina que reflexionaba sus decisiones,, teniendo en cuenta siempre el interés de su reino y el de sus hijos.


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Referencias:
http://www.lavanguardia.com/historiayvida/biografia-cleopatra-reina-egipto_10634_102.html
Breve historia de Cleopatra. Miguel Ángel Novillo López. Nowtilus. 2013.

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