07 julio, 2016

ORÍGENES DE LA INQUISICIÓN

Auto de Fe de Pedro Berruguete
La Inquisición fue una institución medieval creada por la Iglesia para combatir la herejía. En sus inicios la pena habitual por herejía se reducía a la excomunión, pero con el reconocimiento del cristianismo como religión del imperio romano (380 d.C) por los emperadores romanos Constantino y Teodosio, los herejes empezaron a ser considerados enemigos del estado.

El primer tribunal de la Inquisición para juzgar delitos contra la fe data del S.XIII, cuando el papa Honorio III en el año 1222 y, a petición del emperador alemán Federico II Hohenstaufen, que para mejorar su imagen ante el papado ( no era muy partidario de participar en cruzadas hacia Tierra Santa) pensó que era la mejor forma de congraciarse con el papa. Así el primer tribunal fue constituido en Sicilia y estuvo formado por teólogos de las órdenes mendicantes ( franciscanos y dominicos) por su mejor preparación teológica y  su supuesto rechazo de las ambiciones mundanas. Aunque el Tribunal de la Inquisición como tal, constituido orgánica y funcionalmente no se establece hasta el 1231 cuando el papa Gregorio IX decretó la bula "Excommunicamus" por la que redujo la responsabilidad de los obispos en materia de ortodoxia y por la cual los inquisidores estaban bajo la jurisdicción del Papado.

Gregorio IX

Restringida en principio al Sacro Imperio Romano Germánico y al Reino de Aragón, la Inquisición entraría pronto en vigor en el conjunto de la iglesia.

Los tribunales de la Inquisición se componían de 2 inquisidores (un jurista y un teólogo) que tenían la misma autoridad y que eran nombrados por el papa. Los inquisidores contaban con la ayuda de una serie de funcionarios como notarios, escribanos, asesores, comisarios, alguaciles, etc. Los inquisidores contaban con importantes potestades pudiendo incluso excomulgar a príncipes.

En cuanto a las razones básicamente religiosas que darían origen al Tribunal de la Inquisición en la Edad Media destacan la aparición a principios del S. XIII de la herejía albigense o cátara y herejía valdense, ambas con origen en Francia y consideradas herejías que atacaban algunos pilares de la moral cristiana, de la jerarquía eclesiástica y de la organización social de la época. Inicialmente se intentó que sus seguidores abandonaran la herejía a través de la predicación pacífica, pero al no conseguirlo se lanzó frente a ellos una violenta cruzada.

La represión violenta contra la herejía  vino a establecer una relación peligrosa entre el poder civil y la iglesia en la Edad Media, porque de esta manera la herejía pasó a ser un delito de lesa majestad, una especie de crimen de estado, castigado con la muerte en la hoguera.

El procedimiento inquisitorial medieval consistía en que los inquisidores abrían una causa contra cualquier persona sospechosa, los que se presentaban voluntariamente y confesaban su herejía se les imponía penas menores. Quienes no se presentaban ni respondían a los requerimientos judiciales eran buscados y no tenían derecho de asilo, puesto que quienes les prestaran ayuda serían considerados cómplices. Los acusados estaban obligados a responder de todos los cargos que existían sobre ellos bajo juramento, y este hecho los convertía  ala vez en acusados y acusadores. No eran juicios que brillaran por una investigación justa y pruebas relevantes, ya que el testimonio de dos testigos se consideraba generalmente una prueba de culpabilidad. Y vino a empeorar los procesos inquisitoriales el hecho de que el papa Inocencio IV, en el 1252, autorizara la práctica de la tortura para extraer la "verdad" a los sospechosos.

Los castigos y sentencias para los que confesaban o eran declarados culpables se pronunciaban en un acto público conocido como "sermo generalis" o "auto de fe" al final de todo el proceso, y que era celebrado con gran pompa y boato. El acto se iniciaba con una procesión de las autoridades civiles y eclesiásticas, seguida de los condenados, vestidos con ropas infamantes llamados "sambenitos" que consistían originariamente en sacos de lana bendecidos por el cura. Pero no sólo los acusados de herejía eran castigados, también lo eran aquellos que realizaban falsas acusaciones, a los cuales se les cosía una tela roja en el exterior de la ropa.

Existía una gradación en el tipo de castigos que se aplicaban a los condenados por herejía, y que iban desde penas leves como la realización de peregrinaciones, multas, cargar con una cruz, a penas más severas para los casos más graves, como la confiscación de propiedades o el encarcelamiento. La pena más severa que los inquisidores imponían era la de prisión perpetua, y la entrega por los inquisidores de un reo a las autoridades civiles equivalía a solicitar la ejecución de esa persona.

Aunque en sus comienzos la Inquisición dedicó más atención a la herejía albigense  y la herejía valdense, sus actividades se ampliaron a otros grupos heterodoxos, y más tarde a las "brujas" y "adivinos".

Cruz de los cátaros/ Escudo valdense

Una consecuencia negativa (una de tantas) es que a finales de la Edad Media los príncipes seculares tomaron los modelos represivos de la Inquisición aplicándolos a sus instituciones judiciales.

Más adelante, ya en el S. XVI, el Santo Oficio tendría como máxima preocupación la ortodoxía de tipo más académico y, sobre todo, la que aparecía en los escritos de teólogos y eclesiásticos, buen ejemplo de ello fueron los procesos contra Antonio de Nebrija, Fray Luis de León o Santa Teresa de Jesús, mientras que la Inquisición Medieval estuvo más centrada en controlar, reducir y exterminar las herejías que provocaban desórdenes públicos.

Aunque la Inquisición fue un fenómeno que se dio en diferentes zonas de Europa, características notablemente diferentes tuvo la Inquisición española, sobretodo con la llegada de los Reyes Católicos al trono... Seguro que habrá ocasión de dedicarle una entrada en un futuro.





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