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31 julio, 2020

EL CROISSANT: UN DULCE CON HISTORIA


De gastronomía va la entrada de este mes ¿De dónde proviene el delicioso croissant? A este delicioso pastelillo con forma de media luna lo solemos relacionar con la pastelería francesa. Y según cuenta la leyenda tendría un origen curioso y con historia.

Croissant de mantequilla
Croissant típico

El "croissant" castellanizado cruasán, es un producto de pasteleria que se elabora con masa de hojaldre, levadura y mantequilla, y que tiene forma de media luna. Su origen es curioso y podría estar relacionado con un hecho histórico. Y no, no tiene un origen francés.

Habría que remontarse al siglo XVII a los años en los que los turcos sitiaron Viena. En 1863 los turcos comandados por el gran visir Hara Mustafá, avanzaban por las orillas del  Danubio tras haber conquistado Constantinopla. Iban apoderándose de pequeños pueblos pero su objetivo era conseguir una gran victoria conquistando la ciudad imperial de Viena.

Al llegar a Viena los otomanos intentaron sitiar la ciudad pero fracasaron y tras intentarlo varias veces más se convencieron que era mejor cambiar de estrategia. Así que a Mustafá se le ocurrió conquistar Viena a través de túneles, es decir, excavarían tuneles contando con el factor sorpresa.

La idea era excavar los túneles durante la noche, para así lograr salvar las murallas que resguardaban la ciudad. Atacarían al amanecer, cuando nadie se lo esperaba. Pero he aquí que los turcos no contaron con....¡los panaderos de la ciudad!

Y es que los panaderos comenzaban su jornada laboral mucho antes del alba, y ese día al salir aquella madrugada todos los panaderos de Viena escucharon ruidos extraños y se dieron cuenta de que eran los otomanos excavando los túneles.

Los panaderos alertaron al ejército, que se preparó diligentemente para trazar una emboscada y obligar a los turcos a retroceder. Y lo consiguieron.

Frente a esta gran victoria, el rey Leopoldo I no cabía de alegría. Sabía muy bien que la victoria no fue sólo cosa del ejército, sino que los panaderos habían contribuido de manera muy destacada en la misma. En señal de agradecimiento, el rey decidió condecorar a los panaderos vieneses. Y los panaderos, a su vez,según se dice decidieron conmemorar la victoria a su manera. Hornearon unos panecillos con forma de media luna como una forma de burlarse del emblema de los otomanos.

Existe sin embargo otra versión que sitúa su origen en el mismo contexto pero lo atribuye a Jerzy Franciszek Kulczycki, un hombre de negocios polaco instalado en Viena. Y según este relato cuando los vieneses sitiados estaban a punto de rendirse, consiguió traspasar el cerco del ejército otomano para reunirse con Carlos V de Lorena e informarse de la situación militar. De vuelta al interior de la ciudad, convenció a las autoridades de que hicieran un último esfuerzo por resistir ya que les informó de que se esperaba la llegada de las tropas del Rey de Polonia. Kulczycki, es hoy un héroe en Viena. Es conocido también por haber introducido el café en Europa justo después de esa victoria sobre los otomanos, café que recuperó de las mercancías abandonadas por el ejército otomano en su huida. Para celebrar la victoria, lo sirvió por primera vez acompañado de pastelitos en forma de medialuna, los llamados Kipferl.

Y así es como este panecillo elaborado según parece por los panaderos vieneses, conocido como Kfli o Kipferl, fue el que luego se popularizó bajo el nombre de croissant, y el mismo que se convirtió en todo un clásico de los desayunos franceses.

Y su éxito en Francia debe buscarse a raíz del matrimonio de la princesa austríaca María Atonieta con el delfín de Francia, el futuro Luis XVI. María Antonieta se llevó consigo su desayuno preferido que no era otro que el kifli. Y los pasteleros franceses adoptaron y mejoraron la receta hasta convertirlo en lo que actualmente conocemos como croissant. Y aunque la reina Maria Antonieta perdió su cabeza a manos de los revolucionarios a ella deben los franceses una de sus delicatessen: el croissant.



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Referencias:



14 mayo, 2017

ANÉCDOTAS Y AFICIONES DE LOS REYES CATÓLICOS

Los Reyes Católicos Fernando e Isabel
Las anécdotas han sido recogidas por la tradición oral y pueden considerarse como fuente histórica, porque aunque en el transcurso de los siglos los hechos que relatan hayan podido ser alterados por el efecto del boca a boca, lo esencial se conserva.

La entrada de esta semana se centra en anécdotas relacionadas con las aficiones de los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.

La equitación ha sido una afición muy practicada por los reyes y reinas en diferentes épocas. Y así, el rey Fernando el Católico era considerado en su época uno de los mejores jinetes, con una gran destreza y habilidad para montar a caballo. También fue Fernando muy aficionado a jugar a la pelota, al ajedrez, al chaquete o backgammon (también conocido como Tablas Reales, era un juego milenario de tablero y fichas al que eran muy aficionados en la antigüedad, y que era jugado sobre todo por nobles y eclesiásticos, que solían disputar sus partidas enfrentándose a algún lacayo, sirviente o persona de menor rango y aunque los adversarios procuraban dejarles ganar, no siempre se conseguía, ya que los dados tenían mucho que ver en el devenir de la partida) y a los naipes. Con estos juegos el rey aragonés se entretenía muchos ratos en su tienda de campaña durante el asedio a Granada.

Otra afición del rey aragonés era participar en los famosos torneos y justas. El único aspecto en el que Fernando el Católico no destacaba fue en el cultivo de las letras y las artes, aunque se dice de él que fue mecenas y hombre sensible a las artes.

Fernando II de Aragón

Otra de las diversiones del rey Fernando fue la caza, que practicó hasta los últimos días de su vida, de hecho en noviembre del año 1515 estaba cazando garzas en Extremadura y dos meses después moría.

Al contrario que su esposo, la reina Isabel la Católica odiaba todos los juegos de azar. Sin embargo le gustaban la poesía, la filosofía y la música. Llevaba siempre músicos con ella, incluso en los campos de batalla. También tenía la reina Isabel gusto y habilidad por la caza y, al igual que su esposo Fernando, montaba muy bien a caballo, de hecho al final de su vida tuvo úlceras en los muslos que los médicos atribuyeron al ejercicio continuado de la equitación.

Durante la guerra de Granada y aprovechando un invierno en el que el ejército estaba inactivo esperando la llegada de armamento del extranjero, la reina aprendió latín con el fin de poder entenderse con los diplomáticos extranjeros sin necesidad de emplear intérpretes. Y llegó a conocer tan bien el latín que cuando oía misa, si algún sacerdote pronunciaba mal una palabra latina, tomaba nota de ello, corrigiéndole más tarde.

Isabel I de Castilla

Isabel la Católica también puso de moda entre las grandes damas el gusto por las labores de aguja y de la rueca que ella practicaba, llegando incluso a hilar durante un día entero en un monasterio para así dar ejemplo a las monjas cuya disciplina se había relajado.

A la reina Isabel no le gustaban los toros sólo acudió a alguna corrida y dejó de hacerlo, siendo además contraria a tal espectáculo desde el día que presenció la muerte de dos hombres corneados por un toro.

Otra afición de la reina católica fueron las joyas, y de hecho en su testamento dejó en herencia gran cantidad de diamantes, rubíes, zafiros y perlas.


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Referencias:
Anécdotas históricas españolas. Alejandro Peris Barrio. Entrelíneas Editores. 2003.
La imagen de Fernando el Católico en la historia, la literatura y el arte.  Institución Fernando el Católico. 2014.


29 enero, 2017

ANÉCDOTAS URBANÍSTICAS Y NOVELERAS DE LA ANTIGUA REALEZA ESPAÑOLA

La entrada de esta semana se centra en un par de anécdotas curiosas que tienen como protagonistas a reyes y reinas que lo fueron de España.

Las anécdotas y las curiosidades sobre historia por su carácter, casi siempre divertido y curioso, son una manera de acercar a la gente, y muchas veces a los más jóvenes, a la Historia. Se empieza por una pequeña anécdota o curiosidad y, ya se instala la semilla por querer saber un poco más sobre este o aquel monarca, por aquel hecho o acontecimiento del pasado. Estas pequeñas historias de la historia hacen que la misma historia "entre" mucho mejor y capta enseguida la atención. Es una manera de que el interés por la Historia surja, a quien no se haya sentido atraído por ella, claro. Luego ya habrá lugar para ampliar y profundizar en ese interés. Como iniciación a la Historia las curiosidades y anécdotas son, sin duda, un buen y lúdico comienzo.

Carlos III de Anton Raphael Mengs (1760)
La primera anécdota tiene como protagonista al monarca Carlos III, perteneciente a la casa de Borbón, y al que se le conocía como "el Mejor Alcalde de Madrid". Fue un monarca que intentó modernizar la sociedad utilizando el poder absoluto del Monarca bajo un programa ilustrado, como ya se hacía en Europa donde las ideas de la Ilustración calaron antes, conocido como Despotismo Ilustrado. Eso sí los cambios no podían romper el orden establecido a nivel social, político y económico. Como rezaba el famoso lema "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo".

Pues la anécdota de Carlos III cuenta que como el monarca emprendiera numerosas obras en la capital de España, Madrid, para equipararla a las otras capitales europeas que habían ya hecho lo propio. Entre los muchos proyectos estaba construir un sistema de conductos de canalización de las aguas, cuyo propósito era el de limpiar la ciudad de residuos. Pero, contrario a lo que se esperaba, la propuesta no fue el agrado de los madrileños, por lo que el rey ilustrado exclamaría:

"Mis súbditos son como niños pequeños. Lloran cuando se les lava".

Seguro que esa sería una primera impresión de los madrileños no acostumbrados a esas moderneces, y seguro que con el tiempo lo agradecieron.


Isabel II de Luis Madrazo (1860)
La segunda anécdota fue protagonizada por otra de las reinas españolas, Isabel II (1830-1904), conocida como la de "Los tristes destinos" y que pudo reinar a la muerte de su padre Fernando VII, al derogarse la Ley Sálica. El hermano del rey Carlos María Isidro de Borbón no lo aceptó y carlistas e isabelino se enzarzarían en la primera Guerra Carlista. Su matrimonio con su primo Francisco de Asís de Borbón, fue un desastre, pero aparentaron llevarse bien. Y para rematar llegó la Revolución de 1868 la "Gloriosa" que la mandó al exilio junto a su familia.

La anécdota que se atribuye a Isabel II, cuenta que siendo la reina una fiel seguidora de una novela que se publicaba por entregas en el diario "La Nación", se dice que su autor Antonio Flores recibió una nota de la reina en la cual le exigía que le entregara un manuscrito de la obra, para así ser la primera en conocer el final de la novela. El autor de la novela, muy cortesmente le contestó:

"Majestad, lamento no poder complaceros, pero ni siquiera yo tengo idea de cómo voy a salir del enredo que he tramado. Eso sí, en cuanto lo averigüe os lo comunicaré de inmediato".

Como se ve una reina con avidez lectora.

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Referencias:
El anecdotario de Alfred