29 mayo, 2020

LUGARES CON HISTORIA: EL VALLE DE LOS REYES

El Valle de los Reyes es seguramente el más célebre y visitado paraje del Egipto faraónico. Durante cinco siglos (del 1552 al 1069 a.C.) y tres dinastías (la XVIII, XIX Y XXX) el Valle se erigió en lugar de enterramiento de los faraones durante el llamado Imperio Nuevo.

Panorámica de El Valle de los Reyes

El término "Valle de los Reyes" fue acuñado por Champollion (quien descifró el sistema de escritura egipcio) para denominar a esta necrópolis de los faraones tebanos.

El Valle de los Reyes si sitúa en la orilla oeste del Nilo, la Antigua Tebas, hoy ciudad de Lúxor en Egipto. Se trata de un paraje de colores ocres y pardos encerrado entre acantilados, rocas y  colinas. Y dominando el Valle de los Reyes se encuentra "la Cima de Occidente" elevación montañosa que atrae la mirada desde el principio. La "Cima" era el refugio de una diosa serpiente Meretseger "la que ama el silencio", que se erigía a su vez en protectora del lugar. Probablemente la presencia de ese elemento geomorfológico, que recuerda a las pirámides reales del Reino Antiguo, fue lo que impulsó a los primeros faraones de la dinastía XVIII a escoger este lugar en el desierto abrasador para levantar en él sus moradas eternas.

El Valle es el inicio de un ued excavado por las lluvias que desgastaron el calcáreo y formaron una depresión donde reina a menudo un calor sofocante. Moldeado en la prehistoria por el lecho de los torrentes y las lluvias tormentosas, el Valle se divide en dos ramas: la del oeste, la más vasta que solo comprende cuatro tumbas de las que solo dos son sepulturas reales (Amenhotep III y la de Ay, sucesor de Tutankamón). La del este, considerada como el Valle de los Reyes propiamente dicho, recibió el nombre de árabe de Biban el-Muluk "las puertas de los reyes", y es donde se encuentran la mayoría de las tumbas reales. Hay que destacar que también algunos personajes no pertenecientes a la realeza tuvieron el gran privilegio de ser inhumados junto a los monarcas a los que sirvieron fielmente, debido a sus vínculos de parentesco.

Mapa con la situación geográfica de las principales tumbas

Desde principios de la dinastía XVIII los faraones decidieron abandonar la construcción de pirámides en la región de Menfis y ubicaron sus tumbas en Tebas. El tipo de tumba real también cambió pues ya no se trataban de pirámides sino de hipogeos excavados en las colinas del desierto del Valle, desligándose a su vez del lugar de culto, que ahora se realizaba en un templo por separado situado junto a la llanura aluvial. La razón del cambio era práctica, pues era mucho más difícil robar en las tumbas del Valle de los Reyes, ya que se mantenía en secreto su emplazamiento, y porque la zona estaba sometida a una estrecha vigilancia.

Y es que los reyes de todas las dinastías se hicieron enterrar con grandes ajuares funerarios que incluían anillos de oro, pectorales de oro, brazaletes de plata y lapislázuli, colgantes de turquesas y toda clase de tesoros inimaginables. Todo ello muy apetecible para los saqueadores de tumbas. Es por ello que se decidió buscar otra ubicación para controlar a los saqueadores.

En cuanto un faraón subía al trono, se reunía con su consejo y comenzaban los preparativos para la construcción de su morada para la eternidad. No sé sabe el motivo por el cual un rey escogía un lugar determinado del valle, pero nada se hacía al azar.

La muerte en Egipto siempre fue considerada como algo omnipresente y permanentemente unido a la vida diaria de los egipcios. Se tenía la necesidad de vencerla por medio de ritos para propiciar la resurrección de los muertos en el más allá. El rey tenía un especial protagonismo en estos rituales. Tras su muerte y el posterior proceso de momificación su cuerpo era depositado con todo boato en un monumento funerario que, normalmente, se componía del lugar de enterramiento propiamente dicho y del templo, construido en la orilla oeste del río, donde recibiría culto funerario por toda la eternidad.
Funeral egipcio de Frederick Artthur Bridgman (1877)

En la actualidad se conocen unas sesenta tumbas de los faraones del Imperio Nuevo. Sería Amenofis I quien, tras la expulsión de los ocupantes hicsos, eligió esta nueva necrópolis para los reyes, pero curiosamente no sería enterrado en ella. Tutmosis I, el tercer faraón de la XVIII dinastía (1505-1493) sería el primer habitante que reposaría en el Valle de los Reyes. Se cree incluso conocer el nombre del maestro de obras que concibió el plano del conjunto del Valle, un tal Ineni, de quien los textos dicen que fue un hombre recto, que sabía guardar los secretos de la casa real, y por ello eligió un paraje aislado donde excavar las sepulturas de los faraones.

El Valle de los Reyes estaba custodiado y prohibida su entrada a los profanos. Las tumbas eran dispuestas en secreto por un reducido equipo de artesanos iniciados que vivían en un aldea que les estaba reservada Dayr al-Madina, y dependían directamente del faraón y de su primer ministro. Arquitectos, escultores, pintores y dibujantes trabajaban casi clandestinamente, practicando sus propios ritos y educando a sus discípulos en su propia escuela.

La planta tipo de las tumbas es sencilla y se compone de una entrada, un corredor en pendiente, un pozo (en cuyo fondo se halla el agua del Nun, el océano de energía que rodea el mundo), salas con columnas y el panteón finalmente el panteón donde se deposita el sarcófago real. Existen variaciones de una tumbas a otras, pero lo esencial sigue siendo el recorrido simbólico que lleva de la luz exterior, la del mundo aparente, a la luz interior, subterránea, gracias a la cual el cuerpo de carne del faraón se convierte en el cuerpo simbólico de Osiris.

Ejemplo de tumba real egipcia

Los muros de las tumbas contienen inscripciones de diversos "libros funerarios reales". Los textos y representaciones proporcionan al rey un plano del más allá, le indican qué caminos debe seguir y el modo de evitar los peligros. El mundo subterráneo por el que transita está poblado por seres extraños, guardianes y símbolos. El Valle en realidad es un lugar de vida porque las moradas de los faraones, en vez de reducirse a meras sepulturas, son libros de enseñanzas, gracias a los jeroglíficos y a la imagen.

Entre los moradores del Valle de los Reyes están Amenofis II, la reina Hatshepsut, Tutmosis III, Ramsés III, Ramsés VI, Seti I (quizás la más bella de todas las tumbas) o Tutankamón, entre otros muchos.

Con la crisis económica que marcó el final del Egipto del Imperio Nuevo las tumbas reales del Valle empezaron a ser profanadas y saqueadas. Ante la gravedad de los hechos los sacerdotes se vieron obligados a desplazar varias veces las momias reales y a colocarlas en lugares más seguros como el templo de Dayr al-Bahari. Así, se puede decir que a comienzos del I milenio a.C. la mayoría de las tumbas del Valle habían sido abiertas.

En época ptolemaica viajeros griegos y romanos visitaron las tumbas reales de Tebas, bien se sabe por las numerosas inscripciones recordatorias que dejaron. Más tarde el Valle sería habitado por algunas comunidades cristianas que no respetaron el lugar. Con la invasión musulmana y su visión religiosa y política, consideró estos monumentos como algo ajeno a su mundo pero no los deterioraron.

Howard Carter examinando el sarcófago de Tutankamón (1922)


Desde entonces el Valle quedó sumido en el olvido hasta la llegada de la Expedición francesa a Egipto a finales del S. XVIII, que con la Comisión de las Ciencias y de las Artes a la cabeza, comenzó las exploraciones y estudios científicos del Valle de los Reyes. Y poco a poco fueron hallando las tumbas. El Valle se convirtió en el objetivo de científicos, viajeros y artistas. Sus maravillas fueron arrancadas para ir a parar a museos europeos. Y así hasta llegar a 1922, cuando el arqueólogo y egiptólogo Howard Carter descubrió la última tumba real del valle, la única sepultura que se había librado del saqueo y el pillaje mostrando así sus tesoros al mundo, y que no es otra que la célebre tumba de Tutankamón.

El Valle de los Reyes es una página fundamental de la historia y la espiritualidad que ha quedado grabada en la piedra. Aún quedan maravillas por descubrir, ya que hay tumbas reales aún no halladas. El Valle continuará, con el trabajo infatigable de los arqueólogos, mostrando sus tesoros.




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Referencias:
El Valle de los Reyes. Christian Jacq. Ediciones Martínez Roca.1998
Guía del Antiguo Egipto. Christian Jaq. Editorial Planeta. 2003.
El Antiguo Egipto. Barry J. Kemp. Editorial Crítica. 2003


1 comentario:

  1. Mil gracias por este artículo. Te invito a que veas este listado de diosas egipcias... Creo que podrás sacar muchas ideas conociendo a las diferentes deidades y sus historias. Saludos y felicidades

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