14 febrero, 2020

LAS CRUZADAS EN LA EDAD MEDIA

Conquista de Jerusalén durante la 1ª Cruzada. S.XIV
Entre los siglos XI y XIII el mundo occidental giró en torno a las cruzadas, ocho expediciones militares de mayor o menor magnitud dirigidas a liberar Tierra Santa del dominio musulmán y que generaron importantes cambios en Europa.

No se trató en principio de un movimiento migratorio ni de una guerra de conquista emprendida por un soberano ambicioso, ni tampoco fue un intento por abrir nuevos mercados o colonizar países, aunque todas estas circunstancias vendrían a coincidir durante el desarrollo de las Cruzadas. Miles de guerreros cristianos batallaron contra el Islam con la esperanza de ganarse el reino de los cielos. A juzgar por los hechos, la Primera Cruzada fue una aventura descabellada que no fue a dar en catástrofe y acabó por triunfar más de cuánto cabía esperar.

Los antecedentes de las Cruzadas pueden hallarse en el año 732 cuando Carlos Martel (abuelo de Carlomagno) tomó el mando de un ejército dispuesto a detener a los musulmanes en la ciudad francesa de Poitiers, a los que logró derrotar impidiendo la expansión musulmana hacia el norte desde la Península Ibérica. A partir de este hito histórico empezarían a conformarse las condiciones que llevarían años más tarde a convocar las diferentes Cruzadas.

Señalar también que en la mentalidad medieval se había instalado la idea de que el fin del mundo tendría lugar en el Año Mil. Y aunque nada pasó, su influencia fue notable en todo el orbe cristiano, que identificaba la llegada del Anticristo con alguno de los caudillos musulmanes que luchaban por introducirse en Europa y conquistar sus reinos por la fuerza de las armas.

Las peregrinaciones se habían convertido en una forma de vivir para muchos que sentían la obligación de visitar los grandes lugares santos, como eran Santiago de Compostela, Roma, y sobre todo Jerusalén, como lugar de nacimiento de Jesús.

En Europa la presión demográfica hizo peligrar los suministros de alimentos, y se empezó a ver con buenos ojos mandar a la gente a conquistar nuevas tierras, aunque ello les costara la vida, peleando en masa contra los enemigos de la Cristiandad. Las Cruzadas sirvieron como una válvula de escape para muchos miembros de la nobleza que no recibían herencia (herencia que solo recibía el primogénito) y que se dedicaron a combatir en Tierra Santa. Era una forma de ganarse la vida y de canalizar su espíritu belicoso. Para las clases humildes partir a Tierra Santa fue un modo de tratar de mejorar su nivel económico, pues muchos prefirieron probar suerte en tierras lejanas y desconocidas a llevar una vida de penurias y pobreza en los campos de Europa.

Europa durante las Cruzadas

Tras la muerte del emperador bizantino Basileo II en el 1025 comenzó una época de debilidad de Bizancio que sería aprovechado por los turcos selyúcidas, que en su avance lograron ocupar Jerusalén en 1070. Y en el 1092 los cristianos habían perdido todas las ciudades importantes en aquella región en favor de los turcos que contaban con un poderoso ejército.

Los peregrinos cristianos que se dirigían a los Santos Lugares no lo tuvieron fácil desde entonces, puesto que a las fatigas del viaje se sumó la beligerancia turca que convirtió la peregrinación en algo peligroso. Los turcos eran un pueblo belicoso que creía que acosar a sus vecinos y a los peregrinos garantizaba su propia seguridad.

El Occidente Europeo se hizo eco de las dificultades que encontraban los peregrinos, y poco a poco, reyes, señores, soldados, la Iglesia y gran parte del pueblo llano tomó conciencia de que era necesario hacer algo para frenar la expansión de los "infieles", que empezaban a ser una amenaza importante. Fue tal el entusiasmo colectivo que los caballeros vendían parte de sus pertenencias para adquirir un equipo militar y costearse la expedición.

Las ocho cruzadas que tuvieron lugar pueden resumirse así:

La Primera Cruzada tuvo lugar entre 1096 y 1099 y estuvo promovida por el Papa Urbano II. Se consiguió reconquistar Jerusalén, a sangre y fuego,  en el 1099 y convertirla en reino bajo la soberanía de Godofredo de Bouillon.

La Segunda Cruzada se dio entre 1147 y 1159. En esta ocasión si que participaron reyes de la Cristiandad, encabezados por Luis VII de Francia y el emperador germánico Conrado III. Las desavenencias entre ambos fueron constantes durante toda la expedición y ello favoreció la pérdida de Damasco.

La Tercera Cruzada se llevó a cabo entre el 1189 y el 1192. Fue enviada para socorrer a los estados cristianos tras la derrota en Hattin en 1187 y la caída de Jerusalén en manos de Saladino, y aunque logró bastantes éxitos no reconquistó la ciudad. Contó con la participación del rey inglés Ricardo, Corazón de León. Cansados y diezmados musulmanes y cristianos firmarían una tregua.

Ricardo Corazón de León y Saladino

La Cuarta Cruzada se produjo entre los años 1202 y 1204. El plan era dirigirse hacia Egipto, considerado el punto más débil de los estados musulmanes, para desde allí liberar Tierra Santa. Sin embargo, la expedición se desvió y acabó conquistando y saqueando Constantinopla, lo que supuso el fin del Imperio Bizantino.

A partir de aquí el espíritu cruzado perdió fuelle, y la convicción de que los reiterados fracasos se debían a la excesiva crueldad de los cruzados, hizo pensar que solo los puros podrían reconquistar Jerusalén. Bajo este ambiente se organizó en 1212 la Cruzada de los Niños en la que niños y adolescentes que tras recorrer Francia se embarcaron para ir a liberar Tierra Santa. No lo lograron.

La Quinta Cruzada tendría lugar entre 1217 y 1221. Los cruzados atacaron Egipto y lograron conquistar Damietta (en la desembocadura del Nilo), pero sin objetivos militares claros, les pudo la ambición al intentar conquistar El Cairo, lo que les llevó al fracaso.

La Sexta Cruzada se llevaría a cabo entre 1228 y 1229. En ella el emperador alemán Federico II partió hacia Palestina para cumplir su promesa de luchar por Tierra santa. Lograría conseguir la cesión de Jerusalén por medios diplomáticos.

La Séptima Cruzada ocurrió entre 1248 y 1250. Al caer Jerusalén en 1244 el rey francés Luis IX organizó una nueva cruzada. Tras el éxito inicial con la toma de nuevo de Damietta, Luis IX de Francia fue derrotado en Al Mansurah (Egipto) y hecho prisionero junto con todo su ejército. Para recuperar la libertad tuvo que ceder Damietta.

La Octava Cruzada tuvo lugar en 1270. Tras la conquista musulmana de varios territorios, Luis IX intentó sitiar Túnez pero fue un rotundo fracaso, y el rey murió ante los muros de la ciudad víctima de disentería.

Algunos autores hablan de una novena cruzada en el momento en que Eduardo de Inglaterra se unió a Luis IX y tras su muerte continuó hasta Acre. Pero Eduardo y su ejército se convirtieron en una guerrilla y acabaron firmando una tregua en 1272.

Conquista de Jerusalén. Émile Signol (1847)

Las Cruzadas afectaron de forma muy distinta a europeos y musulmanes. Desde el punto de vista occidental las expediciones a Tierra Santa tuvieron consecuencias trascendentales para la historia de Europa. En el terreno político, se consolidó la autoridad del papado sobre el conjunto de la Cristiandad. Además las Cruzadas debilitaron a los señores feudales, puesto que muchos perdieron la vida o quedaron en Oriente, y muchos se empobrecieron por la venta de sus tierras para financiarse la expedición, además la prolongada ausencia les impidió vigilar sus feudos lo que fue aprovechado por los reyes que se incautaron de tierras y redujeron los privilegios de los señores feudales. Económicamente, las guerras favorecieron los intercambios comerciales y el auge de las ciudades mercantiles del Mediterráneo europeo. Este hecho propició el ascenso de la burguesía. Se introdujeron en Europa nuevos cultivos y procedimientos de fabricación tomados de los pueblos musulmanes. Y culturalmente, los cruzados entraron en contacto con la herencia de la Antigüedad clásica conservada por bizantinos y árabes, así el arte y la ciencia árabe mejoró la cultura europea occidental.


La visión del Islam fue bien distinta. En las crónicas musulmanas se denunciaba la crueldad de los cruzados, en muchas ocasiones los cruzados no distinguieron incluso entre cristianos orientales o judíos, la conquista de Jerusalén perviviría en el recuerdo árabe como un ejemplo de dicha crueldad. Las Cruzadas se veían, como atestiguan cronistas e historiadores de la época, como un acto de dominación, que empujaría al Islam a cerrarse en banda a las ideas extranjeras. Para Europa la época de las Cruzadas fue el comienzo de una verdadera revolución, tanto económica como cultural, mientras que para Oriente estas Guerras Santas desembocarían en largos años de decadencia y oscurantismo. Con las Cruzadas el mundo musulmán se encierra en sí mismo, se vuelve intolerante (cuando inicialmente el islam era bastante tolerante con las religiones monoteístas como la cristiana o la judía). A partir de entonces el progreso y la modernidad serán considerados algo ajeno. Las Cruzadas serían el punto de partida de la milenaria hostilidad entre el Islam y Occidente.



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Referencias:
Las Cruzadas. Revista Historia y Vida, Número 418.


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