25 marzo, 2019

CONCILIO DE PISA: TRES PAPAS PARA UN PAPADO

Benedicto XIII
Un 25 de marzo de 1409 quedaba inaugurado el Concilio de Pisa, que trataría, sin éxito, de poner fin al Cisma de Occidente, que desde 1378 dividía a la iglesia católica entre los partidarios de dos papas, Gregorio XII Y Benedicto XIII.

Dos pontífices y dos sedes papales: Gregorío XII tenía su sede en Roma y Benedicto XIII en la ciudad francesa de Avignon. Y ambos se disputaban la autoridad pontificia de la cristiandad.

Los intentos por resolver el cisma no cuajaron, aunque se intentaron varias vías: la vía militar no resultó, como tampoco lo hizo la vía diplomática de intentar la renuncia de ambos papas. Así las cosas sólo quedaba la vía conciliar. Se trataría de resolver la cuestión en el Concilio de Pisa.

Hacia 1408 los cardenales de los dos pontífices descontentos por el nepotismo de Gregorio XII y por la obstinación de Benedicto XIII (el conocido como Papa Luna) decidieron que la mejor manera de resolver el problema cismático era la celebración de un concilio general.

Apoyados por el rey de Francia Carlos VI y la Universidad de Paris, cuatro cardenales de Aviñon se trasladaron a Livorno donde se entrevistaron con nueve cardenales de Roma para preparar una reunión. El objetivo era volver a unir la iglesia y para ello redactaron una carta que dirigieron a los obispos y príncipes de la cristiandad.

Pero los díscolos pontífices, que no estaban dispuestos a dar su brazo a torcer, decidieron contrarrestar la reunión que se celebraría en Pisa. Y así, mientras Gregorio XII montaba un consejo paralelo en Aquilea, Benedicto XIII hacía lo propio en Perpiñán.

Sin embargo, los cardenales consiguieron que tanto príncipes como obispos se sumaran a su convocatoria, hartos ya de la situación tan caótica que el cisma estaba provocando dentro de la cristiandad.

Gregorio XII
El concilio se inició en la fiesta de la Anunciación y el lugar elegido fue la catedral de Pisa. A Pisa acudieron cuatro patriarcas, 24 cardenales y 84 obispos, reunidos todos ellos bajo la presidencia del cardenal Guido de Maillesec, obispo de Palestrina. Entre el clero también hubo representantes de cien obispos ausentes y de 87 abades con los poderes de los que no podían asistir, 41 priores y generales de órdenes religiosas, además de 300 doctores en teología y derecho canónico. Para completar la lista acudieron los embajadores de todos los reinos cristianos.

Como los dos pontífices no se presentaron a la reunión conciliar fueron declarados en rebeldía.

Sin embargo, el 15 de abril una embajada alemana en defensa de Gregorio XIII llegó a la ciudad de Pisa bajo instancia de Roberto de Baviera, rey de romanos. Los delegados alemanes no fueron bien recibidos siendo finalmente obligados a salir de la ciudad.

Benedicto XIII enviaría delegados el 14 de junio, lo que provocaría las protestas y la burla por el retraso.

La demanda de condena definitiva contra Benedicto y Gregorio se produjo el 5 de junio de 1409 cuando por unanimidad los 500 miembros del concilio dictaron sentencia en una acción sin precedentes en la historia de la iglesia hasta entonces.

En consecuencia los dos pontífices fueron declarados indignos del Pontificado Soberano siendo depuestos de sus funciones y dignidades. Además todas las actas y procedimientos realizados por ellos fueron anulados y la Santa Sede fue declarada vacante.
El 15 de junio los cardenales se reunirían en el Palacio Arzobispal de Pisa para elegir un nuevo Papa, y aunque hubo algún intento de forzar la elección de un candidato francés, finalmente el 26 de junio en una votación unánime salió elegido el Cardenal Pietro Philarghi, que tomaría el nombre de Alejandro V.

Alejandro V se encargaría de presidir las últimas sesiones del concilio pisano y confirmó todas las órdenes establecidas por los cardenales después de su rechazo de obediencia a los antipapas, declarando que él trabajaría con ánimo para la reforma.

Pero una vez terminado el Concilio algunas universidades mantuvieron que si Benedicto y Gregorio eran dudosos también lo serían los cardenales elegidos por ellos. Por tanto, en lugar de resolver el problema empeoró, ya que ahora había tres Papas.

Mapa con los paises que apoyaban a Benedicto XIII
y a Gregorio XII

Los tres Papas tuvieron sus seguidores en los principales países europeos de la cristiandad, y así Alejandro V fue apoyado por Francia, Inglaterra, Portugal Bohemia, Prusia, Italia y algunos estados de Alemania; mientras que Gregorio XII contaba con el favor de Nápoles, Polonia, Baviera y parte de Alemania; Benedicto XIII era respaldado por España y Escocia.

Así las cosas, lo que se pensó que sería la solución a la dualidad papal no vino si no a empeorar la situación de la Iglesia, pues tanto Benedicto XIII como Gregorio XII continuaban considerándose pontífices legítimos al no aceptar la superioridad del Concilio sobre el Papa.

Sería otro concilio, el Concilio de Constanza, el que cerraría el Gran Cisma de Occidente en 1418.



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Referencias:
Doctrinas y relaciones de poder en el Cisma de Occidente y en la época conciliar (1378-1449). José Antonio de Camargo y Bernardo Bayona Aznar. Universidad de Zaragoza. 2013


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