08 marzo, 2018

EL PAPEL DE LA MUJER EN LA PREHISTORIA

Venus de Willendorf
Con ocasión del Día Internacional de la Mujer, esta entrada se centra en el papel de las mujeres en  la Prehistoria. A la vez tan distintas y tan iguales a las mujeres de hoy.

El papel de la mujer como sustento importantísimo de los pueblos y de las culturas desde antiguo es algo que pocos cuestionan hoy día, pues a lo largo de la historia las mujeres han participado de todos los procesos económicos y sociales, aunque muchas veces han quedado relegadas a un segundo plano o incluso ignoradas. La Prehistoria tampoco escapa a esta invisibilidad.

Hoy se sabe que las mujeres durante la Prehistoria tuvieron un papel esencial en el desarrollo de los grupos humanos ocupándose de tareas esenciales para su subsistencia. Los restos arqueológicos evidencian que, desde el Paleolítico hasta la Edad de los Metales, la mujer no sólo realizaba tareas de reproducción, manutención y producción sino que también participó en trabajos fuera del ámbito doméstico como eran la caza, la recolección o el cultivo de la tierra, llegando en algunas ocasiones a alcanzar un fuerte poder social, apreciable en el mundo religioso y de la muerte.

Importante a la hora de valorar el rol de la mujer en la Prehistoria es tener en cuenta la arqueología de género, cuyo fin es poner en valor, a través de nuevas lecturas de la cultura material y del registro arqueológico, la importancia que tuvo la mujer tanto en la vida privada como en la pública a lo largo de miles de años.

Ya a finales del S.XIX se cuestiona por primera vez el papel de las mujeres en la prehistoria, y a ello ayudaron dos movimientos, uno científico (el evolucionismo social) y otro político (el primer movimiento feminista de las sufragistas). Pero no sería hasta la década de los setenta, coincidiendo con la segunda ola del feminismo cuando aparece el tema de las mujeres como tema de reflexión e investigación en prehistoria, de la mano de los movimientos reivindicativos para la mejora de las condiciones legales, económicas y sociales.

Para conocer el pasado humano, y de las mujeres en particular durante la Prehistoria, hay que basarse en la arqueología y en el hallazgo de restos no sólo humanos sino también de representación en figurillas o dibujos que han aparecido en diversos materiales como piedra, marfil, hueso etc. Y también hay que tener en cuenta la etnografía, y ambas permiten demostrar la inconsistencia de ciertos modelos que daban por sentada la vinculación de ciertas actividades a uno u otro sexo.

Representación de un grupo familiar de Homo Heilderbergensis 

Muchas veces las reconstrucciones sociales del pasado parten de un cierto error al pensar en lo que ocurre en el presente o en el pasado más inmediato y en imaginarse lo que "debió" ocurrir. Pero esto puede ser peligroso ya que el público en general suele dar gran importancia a la antigüedad de las costumbres y amparándose en ello se refrendan actitudes del presente que pueden llegar a ser poco recomendables, como la agresividad, la desigualdad social, el sometimiento de unos individuos frente a otros, etc. Y en especial de las mujeres frente a los hombres.

Además a la marginalidad de la mujer contribuyeron los mitos y los relatos sobre los humanos, tanto los creacionistas como los evolucionistas que han servido para mantener en la sociedad occidental una discriminación que considera inferior a la mitad de la humanidad, las mujeres. Incluso en la actualidad, de forma consciente o inconsciente se siguen reproduciendo esos estereotipos.

El pasado (y las explicaciones del pasado) ha servido para justificar el presente: "así lo hizo Dios" para el creacionismo, o "eso es propio de la naturaleza" para el evolucionismo. Por tanto, la posición en la que se coloca a las mujeres desde el pasado más remoto, subordinada y sometida, se presenta como una consecuencia o, bien de la voluntad de Dios o, bien de los designios de la naturaleza.

Las sociedades prehistóricas se suelen representar al público en general bastante desequilibradas con muchos más hombres que mujeres, con los hombres ocupando espacios exteriores y realizando labores importantes (o que la sociedad actual considera importantes) lejos de las criaturas y los hogares, de pie o sentados, pero pocas veces inclinados o de rodillas.Se suele tener la visión  de que el individuo-tipo de la Prehistoria es un adulto masculino, prácticamente occidental y se suelen olvidar el resto de miembros del grupo, como los individuos infantiles, mujeres e individuos de edad avanzada. Por su parte, las mujeres son son escasas en número, suelen apareces en espacios interiores, realizando tareas poco valoradas en la actualidad, relacionadas con la crianza y el mantenimiento, y en muchos casos están de rodillas o asumen posturas inclinadas. Estas imágenes se corresponden a una visión de la cultura judeo-cristiana, que tiende a mantener los símbolos de humillación, sumisión y acatamiento de las mujeres. Si nos basamos en la etnografía del S.XIX las mujeres iban a por agua, recogían leña, cocinaban, pero también labraban la tierra, plantaban y recolectaban o trataban el ganado.

Representación del trabajo de la mujer en la Prehistoria

Hay que señalar que la mujer ha sido representada desde muy antiguo mediante "figuritas" en todas las culturas y en todos los continentes, de hecho la imagen de la mujer es la primera representación de un ser humano, lo que sugiere que debió darse un cierto reconocimiento a la importancia de las actividades relacionadas con las mujeres. Estas figurillas tienen una antigüedad mínima de 30.000 años (Paleolítico Superior) y representan a mujeres obesas, sin rostro, brazos delgados que desaparecen bajo senos voluminosos, torso superior delgado, caderas elevadas y abdomen prominente (a veces muestran un avanzado estado de gestación), grandes muslos, piernas cortas y acabadas en redondo y pies desproporcionadamente pequeños. Son figuritas en general de pequeño tamaño y casi siempre aparecen desnudas. El material en el que se realizaron en piedra, hueso o marfil.

En cuanto al significado de estas figuritas femeninas se ha relacionado con amuletos para el parto, representación de la Diosa Madre, incluso se ha propuesto como retratos elaborados por las propias mujeres. Otros investigadores asociarían estas figurillas dentro de una mitología de la feminidad o de la fecundidad femenina, puesto que es la mujer la que asegura la subsistencia de la especie a través de la maternidad. Estas figuritas siempre se han hallado en un contexto doméstico, no funerario, y por ello se las asocia a actividades de mantenimiento y puede que a rituales que acompañaban a dichas actividades. Parece que lo femenino se entendía de forma integradora y que ocupaba el espacio cotidiano por completo.

En el Neolítico las figuritas femeninas aparecen en los enterramientos y representarían la fertilidad/fecundidad de la Tierra, y estarían hechas de arcilla. Otra interpretación indica que estas figurillas serían una especie de exvotos u ofrendas que recordarían a los antepasados para que los protegieran a ellos y a sus tierras. El hecho que se hayan encontrado más figuritas femeninas que masculinas podría indicar que los derechos que se tenían sobre las tierras que poseían se transmitieran por vía materna.

Destacan las figuritas femeninas del arte prehistórico de la zona levantina que aparecen en cuevas y que representan figuras que interactúan, ya no son imágenes estáticas sino en movimiento. Realizan tareas recolectoras y productivas, de mantenimiento y de creación de vida y otras imágenes más lúdicas. Es decir, el arte levantino parece reflejar a las mujeres en su trabajo diario, en sus actividades cotidianas, pero también refleja la comunicación y la ayuda entre mujeres que contribuye a la cohesión del grupo.

Arte rupestre levantino. Grupo de mujeres danzando.Cueva del Cogul

Este arte parece reflejar más claramente la división del trabajo por razón de sexo, pero la realidad es que se trataban de actividades complementarias entre hombres y mujeres, ya que las relaciones de género tienden a ser más igualitarias y de interdependencia. Así, en los grupos de cazadores-recolectores apenas hay diferenciación social, más bien al contrario ya que parece que se desarrolló un fuerte deseo de igualdad y de compartir, lo importante era la subsistencia del grupo y ésta dependía por igual de hombres y mujeres.

Por tanto, por las evidencias arqueológicas y la comparativa con la etnografía, las mujeres realizaban labores esenciales en el mantenimiento de sus sociedades y, al igual que los hombres, intervenían en todas las actividades propias de un grupo desde las religiosas a las de caza.

Las mujeres han estado históricamente vinculadas a las actividades de mantenimiento, relacionadas con la preparación del alimento y la preservación de unas adecuadas condiciones de higiene y salud, además del cuidado del resto de los miembros del grupo y de la socialización de los individuos infantiles. El problema es que se trata de actividades que siempre se han infravalorado y englobado en el despreciado concepto "doméstico". Se trata de actividades fundamentales dentro de un grupo. Un reflejo de ello lo podemos ver en la actualidad, ya que desde la incorporación de la mujer al mundo laboral, ha habido un progresivo cambio en el reparto de roles tradicionales, que ha llevado a las administraciones a tomar medidas como la conciliación de  la vida laboral y familiar o la ley de Dependencia.

Representación de una familia Neandertal.

En sociedades como las prehistóricas la alimentación de los individuos infantiles mediante la lactancia era un recurso fundamental, y esto pudo vincular a las mujeres a actividades de mantenimiento y al espacio doméstico pero sin que eso significara necesariamente desigualdad o subordinación. El menosprecio hacia estos trabajos es una construcción posterior de la sociedad patriarcal en la que nos encontramos.

En las sociedades prehistóricas no hay datos que lleven a pensar que las mujeres no cazaban o que no intervinieron en determinadas producciones, como la de la piedra tallada o la metalurgia. Los ajuares funerarios en las sepulturas parecen más bien indicar diferencias en el estatus social  y en la realización de determinados trabajos, más que en la existencia de desigualdades entre mujeres y hombres.


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Referencias:
Las Mujeres en la Prehistoria. VVAA. Diputación de Valencia.2006.




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