14 mayo, 2017

ANÉCDOTAS Y AFICIONES DE LOS REYES CATÓLICOS

Los Reyes Católicos Fernando e Isabel
Las anécdotas han sido recogidas por la tradición oral y pueden considerarse como fuente histórica, porque aunque en el transcurso de los siglos los hechos que relatan hayan podido ser alterados por el efecto del boca a boca, lo esencial se conserva.

La entrada de esta semana se centra en anécdotas relacionadas con las aficiones de los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.

La equitación ha sido una afición muy practicada por los reyes y reinas en diferentes épocas. Y así, el rey Fernando el Católico era considerado en su época uno de los mejores jinetes, con una gran destreza y habilidad para montar a caballo. También fue Fernando muy aficionado a jugar a la pelota, al ajedrez, al chaquete o backgammon (también conocido como Tablas Reales, era un juego milenario de tablero y fichas al que eran muy aficionados en la antigüedad, y que era jugado sobre todo por nobles y eclesiásticos, que solían disputar sus partidas enfrentándose a algún lacayo, sirviente o persona de menor rango y aunque los adversarios procuraban dejarles ganar, no siempre se conseguía, ya que los dados tenían mucho que ver en el devenir de la partida) y a los naipes. Con estos juegos el rey aragonés se entretenía muchos ratos en su tienda de campaña durante el asedio a Granada.

Otra afición del rey aragonés era participar en los famosos torneos y justas. El único aspecto en el que Fernando el Católico no destacaba fue en el cultivo de las letras y las artes, aunque se dice de él que fue mecenas y hombre sensible a las artes.

Fernando II de Aragón

Otra de las diversiones del rey Fernando fue la caza, que practicó hasta los últimos días de su vida, de hecho en noviembre del año 1515 estaba cazando garzas en Extremadura y dos meses después moría.

Al contrario que su esposo, la reina Isabel la Católica odiaba todos los juegos de azar. Sin embargo le gustaban la poesía, la filosofía y la música. Llevaba siempre músicos con ella, incluso en los campos de batalla. También tenía la reina Isabel gusto y habilidad por la caza y, al igual que su esposo Fernando, montaba muy bien a caballo, de hecho al final de su vida tuvo úlceras en los muslos que los médicos atribuyeron al ejercicio continuado de la equitación.

Durante la guerra de Granada y aprovechando un invierno en el que el ejército estaba inactivo esperando la llegada de armamento del extranjero, la reina aprendió latín con el fin de poder entenderse con los diplomáticos extranjeros sin necesidad de emplear intérpretes. Y llegó a conocer tan bien el latín que cuando oía misa, si algún sacerdote pronunciaba mal una palabra latina, tomaba nota de ello, corrigiéndole más tarde.

Isabel I de Castilla

Isabel la Católica también puso de moda entre las grandes damas el gusto por las labores de aguja y de la rueca que ella practicaba, llegando incluso a hilar durante un día entero en un monasterio para así dar ejemplo a las monjas cuya disciplina se había relajado.

A la reina Isabel no le gustaban los toros sólo acudió a alguna corrida y dejó de hacerlo, siendo además contraria a tal espectáculo desde el día que presenció la muerte de dos hombres corneados por un toro.

Otra afición de la reina católica fueron las joyas, y de hecho en su testamento dejó en herencia gran cantidad de diamantes, rubíes, zafiros y perlas.


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Referencias:
Anécdotas históricas españolas. Alejandro Peris Barrio. Entrelíneas Editores. 2003.
La imagen de Fernando el Católico en la historia, la literatura y el arte.  Institución Fernando el Católico. 2014.


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